El Gobierno no se quedará solo en el Congreso a la hora de aprobar el plan de ajuste anunciado por José Luis Rodríguez Zapatero. Fuentes del grupo socialista mostraron ayer su convencimiento de que contarán con los apoyos necesarios para sacarlo adelante, aunque admitieron que deberán ser creativos para tejer alianzas, lo que podría implicar incluso el troceo del paquete global previsto para reducir el déficit, en aras de buscar consensos con socios diferentes.

El portavoz del PSOE en el Congreso, José Antonio Alonso, hizo un llamamiento a todos los grupos a apoyar el plan, insistiendo en que se enmarca en un mandato europeo, y en que votar en contra sería una "irresponsabilidad histórica" que trascendería las fronteras españolas. Aunque el principal destinatario del mensaje era el PP, los socialistas tienen depositadas sus esperanzas en CiU y el PNV.

ABSTENCION Y ayer recibieron un primer mensaje afirmativo de Josep Antoni Duran Lleida, portavoz de la federación en la Cámara baja. Este abrió la puerta a que sus diez diputados se abstengan en la votación conjunta sobre el plan, lo que, unido al apoyo por parte de algún partido minoritario, bastaría para salvar el primer obstáculo. "Es necesario reducir el déficit", admitió. Una obviedad que dificulta su voto en contra, pese al rechazo a la congelación de las pensiones y a la reducción del gasto farmacéutico.

En la sesión plenaria de la tarde, CiU se unió al PNV y el PP para ganar una nueva votación no vinculante al PSOE en la que se reclama la supresión de ministerios. Otra constatación de que los socialistas deberán buscar apoyos en otros partidos para tramitar todas las medidas si se votan por separado.

La atención se centrará hoy en otra parte del tijeretazo que también necesitará de complejas negociaciones parlamentarias: el recorte en 6.000 millones de la inversión en infraestructuras.