No sabían si llorar o abrir una botella de cava. Ese dilema asaltó ayer a buena parte de los familiares del Alakrana que, desde primera hora de la mañana y alertados por los medios de comunicación, vivieron su incertidumbre con la sensación de que el final de la pesadilla podía estar cerca. Lo supieron poco antes de las dos de la tarde a través de las llamadas del armador y del Gobierno. En ese momento, recobraron una alegría perdida hace 47 días.

"Les cuesta creer que todo ha terminado. No tienen muchas ganas de hablar, pero están aliviados y con ganas de volver a puerto", resumió Argi Galbarriatu, la hermana de Iker, el capitán del atunero en una comparecencia urgente en el Ayuntamiento de Bermeo (Vizcaya) a las cuatro de la tarde. Y es que con los teléfonos echando humo, una reducida comisión de familiares de la tripulación quiso agradecer las muestras de apoyo.

Había llegado el momento de romper el silencio de las familias. Su reunión con el presidente del Gobierno la pasada semana fraguó un acuerdo: las mujeres callarían en sus denuncias para facilitar la solución, pero su disposición tenía unos límites. "Han cumplido el último plazo que les dimos", dijo ayer Argi Galbarriatu. A su lado, Olga Torre, esposa del maquinista, y Jon Iturbe, hermano del engrasador, asintieron. No hubo más facturas al Gobierno por la gestión del secuestro. Eso sí, Galbarriatu dejó claro que las mujeres decidieron salir en su momento a la palestra por la petición expresa de sus familiares secuestrados. También dijeron compartir "como una piña" que el de ayer era un día para "la celebración" y el agradecimiento a quienes les han acompañado, especialmente a los alcaldes de los municipios donde viven los pescadores.

SIN RECIBIMIENTO Por ahora no contemplan organizar un recibimiento para el día en que los marineros regresen. "Lo primero que habrá que hacer será acogerles en casa y darles cariño" resumió Galbarriatu. Lo que no descartan es que un día "nos reunamos para hacer una cenita".

Ayer, ni siquiera podían precisar cuánto tiempo costará el regreso de la tripulación hasta Euskadi. Tampoco la hija del patrón, Cristina Blach, pudo ofrecer más detalles de cómo será la vuelta a casa. Sí aventuró que quizá su padre no vuelva a faenar en las aguas de Somalia. Durante la conversación que mantuvieron ayer, le contó que están "aliviados, pero cansados" y con ganas de recuperarse del "agobio" que ha supuesto el cautiverio. El número 47 desapareció ayer tarde de la fachada del Ayuntamiento de Bermeo. El alcalde, Xabier Legarreta (PNV), y Argi Galbarriatu retiraron la pancarta que, en euskera, pedía libertad para los marineros.