El atentado no era inminente. Esa es la hipótesis que, una vez hechas las detenciones y analizadas todas las pruebas materiales, manejan los responsables de la Guardia Civil que se encargaron de investigar a la presunta célula terrorista del Raval, en Barcelona. Según declaró ayer ante el juez de la Audiencia Nacional el oficial del Instituto Armado que estuvo al mando del dispositivo que permitió la detención de los 10 paquistaníes y un indio que se sientan en el banquillo, "la impresión es que lo que esos individuos estaban haciendo era ensayar o practicar cómo elaborar artefactos explosivos".

Aunque la primera información que llegó a la Guardia Civil sobre esa supuesta conspiración terrorista en la capital catalana apuntaba a que iba a ser cometida entre el 18 y el 21 de enero del 2008, según explicó el agente, "con la cantidad de explosivo hallado apenas 18 gramos de nitrocelulosa y perclorato potásico no se podía cometer un atentado que causara estragos reseñables".

El oficial añadió que la operación sigue abierta para buscar a los otros dos suicidas que según el testigo protegido F-1 iban a participar en una serie de atentados en el metro de Barcelona y que no fueron detenidos.