Al comienzo de la Rambla del Castellar que atraviesa la localidad alicantina de Crevillent se alza un peculiar obelisco azul de 37 metros de altura recubierto de vidrio. Fue inaugurado en el 2007 y su instalación generó una viva controversia en el municipio. El alcalde responsable de la obra, César Augusto Asencio, aseguró que el monumento sería un importante polo de atracción turística. También se mostró particularmente orgulloso de que el piramidón que remata el obelisco fuera similar al de la plaza de la Concorde de París. Asencio, el flamante secretario general del PP valenciano, es un apasionado de la egiptología, materia sobre la que ha dictado varias conferencias. Sus vecinos, menos respetuosos con el arte de los antiguos faraones, llaman hoy al obelisco el pirulí del pueblo.

Nacido en 1962 en Crevillent, César Augusto Asencio ha dedicado la mayor parte de su vida política a este municipio de 28.000 habitantes. En 1987, se estrenó como concejal en la oposición, y en 1995 accedió a la alcaldía gracias al apoyo del edil de Falange Española de las JONS. Lo cierto es que en su juventud Asencio no anduvo lejos del nacionalsindicalismo falangista, a juzgar por una carta que publicó en el diario alicantino Información en 1979 en la que denunciaba la existencia de una campaña sionista para denigrar a los nazis, aseguraba que los judíos siempre han sido unos "parásitos" y negaba la existencia del genocidio, que calificaba como "el mayor fraude de la historia".

La existencia de este pecado ideológico de juventud fue esgrimida por Iniciativa del Poble Valencià para pedir el "cese inmediato" del secretario general del PP valenciano cuando apenas llevaba un par de horas en el cargo. Cargo al que ha sido aupado por Francisco Camps, a quien Asencio brindó su apoyo cuando el presidente libraba su batalla contra el sector zaplanista. Su fidelidad al jefe fue recompensada con un acta de diputado en las Cortes valencianas y, después, con la vicesecretaría de política autonómica y local del partido. Ayer subió otro peldaño.