El equipo de Mariano Rajoy no parece dispuesto a dejar pasar ni una a la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, que se ha quejado públicamente de que el PP haya forzado a sus comunidades a abstenerse en la primera votación sobre el nuevo modelo de financiación autonómica, cuando ella deseaba votar en contra. Para responder a esa queja salió ayer a la palestra la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, que insinuó que ha sido Aguirre quien ha dado la espalda a la estrategia pactada entre "todos". "Fue una decisión tomada por consenso entre todos los consejeros de economía del PP", aseguró Cospedal, tratando de afear así las críticas de su compañera madrileña. Pero Aguirre insiste en que su abstención en el Consejo de Política Fiscal vino obligada por la superioridad.

El rifirrafe entre Rajoy y Aguirre está servido. Y el baile de criterio por la financiación, también, ya que los conservadores prevén abstenerse en una primera fase, tras votar en contra en el Congreso y dar un sí cuando toque coger el dinero.

A juicio de los populares, su estrategia es clara: la abstención al proyecto del Gobierno en el consejo fue un voto "de excepción" y responde, según Cospedal, a un intento de propiciar que el Ejecutivo se preste a negociar con las autonomías populares antes de que la financiación llegue a las Cortes.

No obstante, se da la circunstancia de que la Comunidad de Madrid está ya en conversaciones con la vicepresidenta Elena Salgado en busca de un acercamiento. Más allá de los acuerdos a los que puedan llegar las comunidades del PP con el Gobierno, la dirección popular ha decidido votar en contra del proyecto en el Congreso. ¿Por qué? Porque, según Cospedal, piensan que el modelo "es malo para el país, porque hace que los ricos sean cada vez más ricos, y los pobres, más pobres". En opinión del PP, defender esa tesis no resulta incoherente pese a haber optado por una abstención. Ni choca con dar un "sí quiero" cuando los euros se pongan sobre las mesas de los presidentes autonómicos.