La victoria cosechada en las últimas europeas animó tanto a Mariano Rajoy que, sin paños calientes, decidió organizarse un autohomenaje o, lo que viene a ser lo mismo, un acto de conmemoración del primer año transcurrido desde el 16º congreso del PP en el que fue reelegido, no sin cierta discrepancia interna, líder del partido. El acontecimiento (que fue retrasado tras el último atentado de ETA), se celebra hoy en Valencia. Pero llega desinflado: habrá algunos dirigentes relevantes que faltarán por motivos de agenda --Esperanza Aguirre, entre otros-- y habrá quien, aunque acuda, todavía estará bajo los efectos de la resaca causada por una semana con errores de bulto en la estrategia popular y la decisión del Tribunal Supremo de investigar al tesorero Luis Bárcenas y al diputado Jesús Merino por los delitos de cohecho y fraude fiscal.

El enfado que ha exhibido una parte relevante del partido por el polémico apoyo de Rajoy a Bárcenas y el desaire que se le hizo a Javier Arenas al presentar una querella contra el vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, sin consultarle previamente se han colado inevitablemente en esta fiesta.

"AUN NO TOCABA" Rajoy, por tanto, le tendrá que ver la cara hoy a un enojado Arenas que obligó a la dirección popular a dar marcha atrás con la querella que, contra Chaves y su hija Paula, se registró el miércoles en el Supremo. Claramente, hubo un error de estrategia y alguien tomó una delicada decisión sin consultar al barón andaluz. ¿Quién? Todo el mundo mira para otro lado en la sede partido, aunque hay quien, sin grabadoras, da pistas. "El abogado habla de un malentendido con el responsable de la estrategia jurídica", o sea, con Federico Trillo.

Los conservadores andaluces insisten en que aún "no tocaba" dar un paso hacia los tribunales, ya que ven margen para seguir atosigando a Chaves por vía parlamentaria. De hecho, se disponen a seguir exigiendo la apertura de una comisión de investigación y, con la colaboración de Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso, intentar forzar su comparecencia en la Cámara en pleno verano para que explique por qué concedió una subvención a la empresa Matsa, en la que trabaja su hija.

Con estos planes inmediatos en la cabeza, el equipo de Arenas prefiere retrasar la vía jurídica, especialmente cuando el sindicato ultraderechista Manos Limpias --el mismo que ha logrado imputar al magistrado Baltasar Garzón en el Supremo-- tiene presentada su propia denuncia contra el ex presidente de la Junta en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Ayudado con esos argumentos y tras unas horas de tira y afloja, Arenas ha ganado el pulso a la dirección del partido y ha conseguido que se retire su querella contra Chaves. Ayer mismo se registró un escrito con este objeto en el Supremo.

GRAN MOMENTO Con este panorama y un partido dividido por el caso Gürtel, Rajoy se empeña en convencer a los suyos de que están en el mejor de sus momentos y que, con dos victorias electorales en la cartera (las gallegas y las europeas) y un Gobierno "incapaz" de remontar la crisis, la Moncloa está a un paso.

Ese espíritu de reconquista es el que quería transmitir en Valencia. Pero el líder de los conservadores no tiene suerte, porque se va a encontrar con unas tropas cansadas de tanta polémica interna y ansiosas de escuchar qué va a ocurrir con su tesorero Bárcenas, que está encausado por el Supremo por supuestos tejemanejes con el dinero y, sin embargo, sigue custodiando todavía los fondos del PP. Hasta que Rajoy decida mover pieza, como demanda el partido.