Uno es un médico con el MIR recién aprobado. Otro trabajaba en una fábrica bastante conocida en Euskadi. Por tanto, tenía un perfil a priori poco sospechoso. Pero los dos mantenían una doble vida y en sus ratos libres ejecutaban las órdenes de ETA con tal discreción que han podido actuar durante más de un año sin ser descubiertos. La operación de la Ertzaintza de los últimos días contra un comando que actuaba sobre todo en Guipúzcoa confirma que la banda terrorista ha cambiado definitivamente su forma de actuar. Consciente de sus limitaciones, ETA ha decidido recurrir a una especie de células durmientes, o grupos de legales (no fichados) armados, como lo denominan las fuerzas de seguridad, para intentar burlar el acoso policial.

Hasta tal punto ha decidido confiar en los legales que, según se desprende de la investigación, los asesinatos a bocajarro del ex edil Isaías Carrasco y el empresario Ignacio Uría son obra del licenciado en Medicina de 24 años Beinat Aguinagalde, que presuntamente también atentó contra la Universidad de Navarra tres meses antes de realizar allí el examen del MIR.

El y los también legales Ugaitz Errazkin y Manex Castro fueron despertados por el liberado (a sueldo de la banda) Iurgi Garitagoitia, sospechoso de ser uno de los miembros del complejo Vizcaya parcialmente desarticulado el pasado verano. Garitagoitia huyó de su casa en enero del 2008, pese a no tener pendiente ninguna causa judicial, con la orden de reclutar este grupo.

"NUEVA FISONOMIA" La banda ha repetido este patrón sin introducir apenas variaciones al menos desde que la tregua llegó a su punto y final, porque se ha dado cuenta, según argumenta un agente, de que "tener exclusivamente a liberados por ahí, armados y con documentación falsa, no es útil, porque tarde o temprano caen". Por tanto, el acoso policial ha conducido a la banda a una "nueva fisonomía", según lo define otro especialista en la lucha antiterrorista.

Este miembro de las fuerzas de seguridad cree que ETA es "consciente de sus limitaciones" y por eso no se puede permitir un ejército de comandos, como en los años 80 y 90, sino que prefiere tener a un grupo de gente formada pero durmiente, que acude a su trabajo con normalidad y así no levanta sospechas y solo actúa en determinadas ocasiones. "Como ya no pueden realizar muchos atentados seguidos no necesitan tener a 50 personas operativas. Ahora les importa más la calidad de las personas que la cantidad", añade.

Normalmente, los liberados, según apuntan las mismas fuentes, son instruidos en Francia y posteriormente regresan a España con la lista de gente "a quien tocar", como lo definen las fuerzas de seguridad. Estos mismos terroristas son los encargados de formar a los nuevos reclutas, casi siempre en montes de Euskadi o Navarra, y de acompañarlos en las primeras acciones. Y, una vez que consideran que el nuevo talde está maduro, vuelven a esconderse.

De hecho, se cree que el liberado Garitagoitia se dio a la fuga en febrero, al igual que los legales Errazkin y Aguinagalde. La operación de la Ertzaintza se precipitó, según la versión de la policía vasca, porque se creía que Manex Castro, arrestado el día antes de las elecciones en Euskadi del 1 de marzo, iba a cometer un atentado. A los pocos días, las fuerzas de seguridad detuvieron a Mikel Garmendia y Iraitz Santa Cruz, colaboradores del comando, al que la Ertzaintza atribuye un total de 14 atentados.

Otra de las características del proceder de la banda es que la dirección está blindada porque los taldes de legales no tienen contacto con Francia. Así, si son detenidos, la policía no puede tirar del hilo para llegar hasta los máximos dirigentes etarras. La órdenes se transmiten normalmente a través de buzones.