En poco más de una hora, José Luis Rodríguez Zapatero hizo ayer añicos la estrategia de Mariano Rajoy ante las denuncias de corrupción que se ciernen sobre el PP. Porque el relevo del ministro de Justicia pone en un brete al líder popular, privado de la poca munición que le quedaba para cohesionar a su partido frente a los escándalos. El presidente precipitó el cese de Mariano Fernández Bermejo, presentado como la aceptación de una renuncia ofrecida días atrás, al concluir que su continuidad era insostenible tras admitir que en Jaén, donde coincidió con Baltasar Garzón, cazó sin licencia.

Al aceptar la dimisión de Bermejo en la Moncloa y elegir como sustituto a Francisco Caamaño, Zapatero ha querido trasladar toda la presión al PP. En una entrevista en Antena 3, el jefe del Ejecutivo definió anoche la decisión del ministro saliente como una "actitud ejemplar", criticando con dureza a los dirigentes populares, como el extitular de Defensa Federico Trillo, "por pedir más y más, justo en el mismo momento en el que dimitía un ministro". Le reprochó también que fuera él, precisamente, quien formulara tales reproches, cuando "gestionó tan mal la cuestión del Yakovlev 42".

SITUACION DISTINTA. Ese mismo mensaje lo reforzó la secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín, para dejar constancia de que la situación, a una semana de las elecciones vascas y gallegas, ha cambiado de forma notable. "En política no somos todos iguales", aseguró, tras añadir que el PP debería "tomar nota". "Son las 14:25 y Rajoy todavía no ha dimitido pese a la que está cayendo en el PP", denunció. En el mismo sentido, el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, pidió "responsabilidades al PP".

El jefe del Ejecutivo ya había perdido su confianza en Bermejo el pasado martes, cuando le dio la espalda en el Senado y abandonó el hemiciclo con Carles Bonet (ERC). Le reprochaba que con sus controvertidos episodios cinegéticos hubiera dado munición a un PP acosado por los escándalos.

Tras la sesión de control en el Congreso, el miércoles, Bermejo le expresó a Zapatero su disponibilidad a dimitir, si este lo estimaba necesario, y le transmitió su incomodidad ante las críticas. El propio ministro apuntó, en la respuesta a ataques del PP, que no estaba "pegado a ningún banco", expresión que ayer repitió para justificar su renuncia. Mientras el miércoles Bermejo expresaba en la Cámara baja su negativa a dimitir, Zapatero barruntaba su decisión: quería sustituir a Bermejo, pero en el contexto de un cambio de Gobierno más amplio y sin fecha.

Fue el jueves, tras conocerse que el ministro había cazado en Andalucía sin la licencia correspondiente, cuando Zapatero consideró que no se le podía conceder más tiempo. El mismo viernes, aprovechando la reunión del Consejo de Ministros, Bermejo le volvió a plantear a Zapatero la dimisión, como el propio presidente aseguró ayer. Un día antes, el jueves, el titular de Justicia se la había ofrecido, tras unas conversaciones en las que también participó la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega. Los dos se dieron cita para el lunes. Zapatero ya tenía claro que en esa reunión aceptaría la dimisión, la segunda de su Gobierno tras la de José Bono (Defensa).

DIALOGANTE. El fin de semana, Zapatero meditó el nombre de su sustituto: Caamaño, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales, un hombre dialogante y próximo a De la Vega, con quien colabora desde el 2004.

Bermejo explicó ayer su renuncia en una breve comparecencia pública, con aire resignado y sin admitir preguntas. Insistió en que su proyecto de reformar la administración de justicia debía seguir con otro ministro, y que se retiraba para no "seguir siendo utilizado" por el PP. "No lo puedo tolerar", añadió. Tras agradecer a Zapatero la confianza que depositó en él al nombrarle, avanzó que se mantendrá como diputado en el Congreso.

Fuentes de la Moncloa admiten que la opción de Bermejo, útil para Zapatero en su día, en el 2007 como acicate frente a la derecha judicial, al final "no ha servido". "Un ministro debe tener todo en regla", afirmó ayer el jefe del Ejecutivo. "Las cosas se deben reconducir ahora", se asegura desde la Moncloa, con la figura de Caamaño ofreciendo diálogo y "mejores maneras".