Pese a que el actual presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Juan Antonio García Casquero, criticó recientemente en una reunión mundial de víctimas en la sede de la ONU en Nueva York el proceso de negociación con ETA y la investigación policial y judicial del 11-M en términos similares a los que usaba el antiguo líder del colectivo, Francisco José Alcaraz, parece ser que a dos de los cinco miembros de la junta directiva de la agrupación no les parece suficiente puesto que en los últimos días han presentado su dimisión aduciendo desavenencias con la gestión del nuevo equipo. García Casquero, hasta entonces delegado de la AVT en Madrid, presentó su candidatura el pasado marzo con la intención de seguir una política "continuista" y recibió el apoyo del propio Alcaraz, que justificó su retiro por "motivos personales". Sin embargo, es evidente, y varias víctimas así lo reconocen, que el nuevo líder de la AVT, aunque defienda los mismos principios que su antecesor, es más comedido en las formas. De hecho, García Casquero no se prodiga tanto en los medios y sobre todo no ha vuelto a convocar ninguna manifestación masiva contra el Gobierno, mientras que Alcaraz antes, durante y después del proceso de paz organizó ocho grandes marchas.

Además, la AVT participó en la reunión que Interior convocó para reformar la ley de víctimas y juzgó el encuentro como "el comienzo" de un largo camino, actitud bien distinta al duro enfrentamiento total mantenido por Alcaraz contra el Ejecutivo y, en particular, contra su encargado de ejercer de interlocutor con las víctimas, Gregorio Peces-Barba. El primero en dejar la junta directiva, el 29 de septiembre, fue el tesorero, Antonio Muñoz, quien en su carta de renuncia, a la que ha tenido acceso este diario, expresa su "desacuerdo más absoluto con cuantos actos y decisiones se han tomado sin ser aprobadas por la junta directiva". Muñoz añade que en los seis meses que fue tesorero tuvo que enterarse de la mayoría de las decisiones "por terceras personas". Muñoz no especificó su malestar con el giro experimentado en la asociación, aunque fuentes del colectivo de víctimas revelan que ha pesado mucho en su decisión. Más explícita se pronunció Carmen Miranda, la única integrante del equipo de Alcaraz que continuaba al frente de la AVT, que no abandonará la agrupación pero sí deja la dirección porque, según explicó el jueves a Europa Press, la junta debe velar por la memoria de las víctimas y vigilar que ningún gobierno negocie con ETA.