Mariano Rajoy hizo ayer un último intento para recuperar a la discrepante María San Gil y, de paso, tratar de apaciguar a su mentor, Jaime Mayor Oreja. Sabe que las posiblidades de que ella cambie de opinión y se avenga a la estrategia marcada por la nueva dirección del PP son prácticamente nulas. Especialmente tras la decisión del congreso del partido, celebrado el pasado fin de semana, de eliminar sus críticas al PNV del documento político. Sin embargo, es consciente de que seguir intentándolo, al menos en público, contribuye a dar imagen de "integrador": por eso, ayer aprovechó su presencia en el Foro ABC para subrayar que si San Gil recapacitara y, en contra de lo anunciado, optara por quedarse con los populares, estaría dispuesto a ofrecerle un puesto en su Ejecutiva.

Se da la circunstancia de que Rajoy, como líder del PP, puede nombrar hasta cinco vocales por designación presidencial --según los estatutos internos de la organización--, además de los 35 miembros requeridos para presentar candidatura. Pero, en el último cónclave, solo designó a cuatro, esto es, a María del Mar Blanco; Luis de Grandes; Alfredo Prada y Elvira Rodríguez. Queda un hueco sin cubrir. Y podría ser para San Gil, si quisiera.

El otro guiño que ayer lanzó Rajoy fue dirigido a Jaime Mayor Oreja, otro crítico que avala, además, todas y cada una de las quejas de la dirigente vasca. En el ya citado Foro, se le preguntó al jefe de los populares si piensa volver a colocar al ex ministro de Interior como cabeza lista del PP para las elecciones europeas. Respondió que no ha decidido nada al respecto, aunque agregó que Mayor Oreja sería "un "magnífico candidato".

MARCAR DISTANCIAS. El vicesecretario de comunicación, Esteban González Pons, continuó marcando distancias con José María Aznar, pese a que ayer se celebró una reunión del patronato FAES en la que el expresidente coincidió con su sucesor. "No podemos consentir que sean políticos que ya no están los que nos sirvan de guía. Aznar ya no está en la vida política", recalcó.

Y otro miembro de la nueva dirección, Alberto Ruiz-Gallardón, se encargaba de exhibir una poco creíble cercanía con la presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre: según dijo el alcalde, ella no es ningún "verso suelto" dentro del partido, sino una política que ha realizado una "fantástica" gestión y que no merece, "de ninguna de las formas", estar fuera o alejada. Además, resaltó que, si tal y como ha dicho la madrileña, vuelve a presentarse para dirigir el PP de Madrid, él le dará su voto, puesto que no piensa presentar candidatura alternativa. Está visto que él está en otras cosas.