Josep Lluís Carod-Rovira tuvo anoche una preciada oportunidad de explicarse ante la opinión pública de toda España. Una valiosa ocasión, sin intermediarios y en primer time televisivo, para triturar la imagen de encarnación del mal edificada por la derecha española y por sus propios errores. Pero la malbarató.

El líder independentista catalán atendió las 15 preguntas que recibió de otros tantos ciudadanos siempre tenso, a la defensiva, con los brazos cruzados y expresión adusta. No ocultó la irritación que le causaron algunos de sus interlocutores ni se privó de regañarles. Se opuso con gran vehemencia a que un hombre y una mujer de Valladolid le llamaran José Luis. Dando por sentado que sus interlocutores partían de prejuicios combativos contra la lengua catalana (lo que probablemente era cierto, a tenor del desprecio por el catalán que explicitó la mujer), Carod dimitió de la pedagogía y optó por la batalla dialéctica.

Al hombre, que fue el primero en llamarle José Luis, el vicepresidente del Gobierno catalán le espetó: "Yo me llamo así aquí y en la China, y usted no tiene derecho a modificar mi nombre". Cuando otra invitada, minutos más tarde insistió y además confesó no tener "ningún interés" en aprender que José Luis, en catalán, es Josep Lluís, igual que Schwarzeneger es Schwarzeneger así en California como en Valladolid, Carod se rebeló contra "este menosprecio hacia la lengua catalana en una cadena pública de televisión que también pagamos los catalanes". "No les extrañe --agregó-- que en Cataluña crezca la desafección hacia una España que, como proyecto plural, ha fracasado".

Minutos antes, en respuesta a una ciudadana balear, había sido menos contundente. Entonces no había hablado de fracaso, sino de la necesidad de que España "tenga la valentía de salir del armario y admitir que es plural". "Si esto no es posible en el marco de España --agregó--, es normal que nos busquemos la vida en otro marco, en el europeo". Momento que aprovechó para preguntar a la audiencia si considera normal que en Alemania se enseñe catalán en 29 universidades, mientras que en España eso solo sucede en cinco.