El negro vaticinio se cumplió. Apenas 24 horas después de que el dirigente de Batasuna Pernando Barrena pronosticara un "nuevo ciclo de violencia", ETA colocó una bomba lapa en el vehículo de la empresa de seguridad que habitualmente utiliza el concejal socialista de Galdakao (Vizcaya) Juan Carlos Domingo y provocó heridas de gravedad a su escolta, Gabriel Ginés, y leves a otras tres personas.

El artefacto, compuesto por un kilo de amonal, hizo explosión a las 13.25 horas cuando el coche, un Renault Mégane, avanzaba por la calle de Zamacola, en el populoso barrio de la Peña, donde reside el escolta. Ginés, que ayer se encontraba libre de servicio y preparando ya el regreso a su Zaragoza natal, había puesto en marcha el automóvil poco antes para cambiarlo de lugar sin percatarse de que en la parte trasera derecha del coche ETA había puesto una bomba.

QUEMADURAS A pesar del enorme estallido, Ginés, de 36 años, afiliado al PP, salió del coche por su propio pie y dio la alerta de lo sucedido. Unos instantes después de que se acercara para pedir auxilio al bar próximo, el Txalos (aplausos en vasco), las llamas prendieron el coche hasta dejarlo calcinado. Algunas personas atribuyeron a la suerte y a la pericia del escolta que salvara la vida, pero fuentes de la lucha antiterrorista barajan la hipótesis de que la bomba estuviera mal colocada o hubiera fallado el mecanismo de inicio.

Alumnos del instituto Ibaialde, situado a 100 metros del lugar de la explosión, se cayeron de la silla y en todo el barrio se escuchó la detonación. Tres ciudadanos fueron atendidos por heridas leves. Pero Ginés no perdió los nervios. Habló con el primer agente que se acercó hasta el lugar y usó el teléfono para calmar a su madre, que había viajado a Bilbao para ayudarle en su mudanza a Zaragoza. Tras recibir una primera asistencia, fue trasladado hasta el hospital de Cruces donde confirmaron que tiene quemaduras en el 4% de su cuerpo de segundo y tercer grado en la cara y en la mano derecha. Quedó ingresado en la unidad de quemados con pronóstico grave, aunque ayer no se temía por su vida.

El de ayer fue el tercer atentado de ETA desde que en junio declaró abiertos todos sus "frentes", pero fue el primero dirigido contra una persona concreta. El delegado del Gobierno en Euskadi, Paulino Luesma, reconoció que a diferencia de los atentados contra las dependencias de la Guardia Civil, en Durango (Vizcaya), el pasado agosto, y contra las de la Ertzaintza en Zarautz (Guipúzcoa), en septiembre, esta vez, ETA buscaba matar.

DAÑOS PERSONALES De hecho, las fuerzas de seguridad confirman que este tipo de artefactos se utilizan para causar daños personales. La banda no usaba bombas lapa desde hace más de cuatro años cuando, el 30 de mayo del 2003, asesinó con este procedimiento a los policías Bonifacio Martín y Julián Embid en Sangüesa (Navarra).

Sin embargo, en las últimas operaciones contra ETA, se ha intervenido material de este tipo en tres ocasiones. La Ertzaintza lo detectó en la localidad vizcaína de Atxondo cuando en enero localizó un escondite con explosivos. Después, fue la Guardia Civil la que descubrió en Berriozar artefactos. En julio, el etarra que huyó en Castellón abandonó una mochila con material para fabricar bombas lapa.

El atentado refuerza la hipótesis de que ETA tiene infraestructura estable en Vizcaya. Tanto el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, como el consejero vasco de Interior, Javier Balza, dieron por seguro que la banda ha reconstruido su red en este territorio. El grupo, que sería el más operativo de ETA actualmente, habría recibido el encargo de dar una respuesta rápida al encarcelamiento de 17 dirigentes de Batasuna.

El hecho de que el concejal Juan Carlos Domingo iniciara el lunes unas vacaciones en Valencia y que la bomba estallase en la zona donde reside el escolta generó cierta confusión sobre el objetivo. No obstante, medios de la lucha antiterrorista reconocieron que el paso al atentado directo conlleva ya una decisión muy clara por parte de ETA de causar nuevas víctimas.