La operación policial contra la mesa nacional de Batasuna ha dejado al resto de partidos políticos sin interlocutores en el mundo aberzale. Durante los últimos años, pese a su ilegalización, e incluso tras la ruptura del alto el fuego de ETA, representantes de casi todos los partidos, sobre todo los nacionalistas, han reconocido que seguían reuniéndose con representantes de la izquierda aberzale. Los miembros de esas delegaciones batasunas están hoy en prisión. Por tanto, se hace imposible influir en este universo por la vía política.

En cuanto a Batasuna, el estado de parálisis en el que entró tras la ruptura del alto el fuego de la banda terrorista ha evolucionado hacia la convulsión interna. El partido logró mantener su actividad política pese a estar ilegalizado. El diálogo, frustrado con el atentado de Barajas, le colocó en el centro de los focos, pero la situación ha cambiado radicalmente. No tiene dirigentes en libertad, apenas le queda un portavoz, sigue sin rastro de un proyecto político y sus bases han caído en la apatía.

NUEVOS DIRIGENTES Pero los problemas más acuciantes para el partido ilegalizado son otros. Deben dotarse urgentemente de una nueva dirección. El partido no tiene dirigentes. Pernando Barrena, quien sorprendentemente logró zafarse de la operación policial, es la única voz autorizada que sigue libre. La búsqueda de referentes es complicada. Jone Goirizelaia está ocupada defendiendo como abogada a sus correligionarios imputados y no parece probable el regreso de veteranos como Karmelo Landa y Tasio Erkizia.

La izquierda aberzale ha demostrado en numerosas ocasiones su capacidad para reorganizarse tras sufrir un golpe. En 1996 fueron detenidos todos sus dirigentes, con Jon Idígoras a la cabeza. Hubo que improvisar un nuevo líder y el elegido fue Arnaldo Otegi, un joven y prometedor parlamentario vasco, que había destacado por su oratoria.

Sin embargo, el momento actual es completamente diferente. La izquierda aberzale no tiene en la recámara a dirigentes curtidos en la Cámara vasca. No hay un relevo con experiencia. La labor de EHAK en el Parlamento ha sido prácticamente simbólica, sin apenas protagonismo durante esta legislatura.

RADICALIZACION El riesgo de radicalización de la nueva cúpula es evidente. La ruptura de la tregua y los golpes policiales han generado un gran descontento en amplios sectores aberzales. La confusión interna es mayúscula, así como la apatía de muchos simpatizantes, que confiaban en que por fin llegara la solución al conflicto. Quienes apostaban por las vías políticas han visto frustradas sus esperanzas, dejando las puertas abiertas a los militantes más beligerantes.