No hubo ni gritos, ni eslóganes, ni apenas discursos. Tampoco se acercó ninguna autoridad municipal ni autonómica. Ni puñetera falta que hacía. Los 700 vecinos del Pozo del Tío Raimundo concentrados ayer en el escenario de la muerte hace tres años, no necesitaron a nadie para llorar su tristeza. La estación de Renfe volvió a ser un improvisado santuario, con velas, lágrimas y mensajes a los amigos y familiares desaparecidos. Un santuario de dolor.

Los habitantes de este barrio, antaño proletario y hoy obrero y mestizo, no pueden ocultar que están acostumbrados a la adversidad. Su rostro y su mirada proclaman que están preparados para afrontarla sin ira ni venganza. Su lema fue ayer el recuerdo --"no te olvidamos", era la expresión más reiterada en los carteles situados sobre el improvisado altar--, y su enseña el lazo blanco símbolo de la paz.

María Luisa, una maestra recién jubilada, celebraba la convocatoria porque "al menos hoy" se sentía acompañada. "Los que cogemos el tren rememoramos cada día el horror", recordaba con pena. Más de mil días sintiendo una punzada en el corazón cada vez que el tren se acerca.

Cuando algunos hablan del Madrid bárbaro deberían abandonar de vez en cuando el barrio de Salamanca para escuchar palabras como las de Gabriel del Puerto, presidente de la Asociación de Vecinos de El Pozo, repudiando "cualquier acto de violencia" y reclamando una "paz" que, dijo, "empieza por nosotros mismos". O a David Palomo, presidente de la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos de Vallecas, proclamando que tanto en El Pozo como en el cercano barrio de Santa Eugenia van a erigir sendos monumentos en las estaciones, porque en esos escenarios donde murieron 89 personas nadie se había acordado hasta ahora de colocar ni una placa.

En Santa Eugenia unos 250 vecinos se acercaron a los andenes tras una marcha silenciosa en la que muchos portaban carteles en los que podría leerse "No al terrorismo. No a la guerra. En mi nombre ni un muerto más". La presidenta de la Asociación de Vecinos La Colmena, Marisa García, explicó que su "objetivo era recordar a nuestros 22 vecinos fallecidos, a todas las víctimas del 11-M y a todos los muertos por culpa del terrorismo o la guerra". Quizás entonces vuelvan a lucir su bien más preciado. "Necesitamos recuperar la sonrisa que perdimos el 11-M", decía Gabriel, resumiendo en una sola palabra la modesta aspiración de su gente.

¿Dónde está la AVT?

Los 89 convecinos y pasajeros muertos y cientos de heridos hace tan solo tres años han sido tratados por algunos "como víctimas de cuarta o quinta", según decía el presidente de El Pozo, tras explicar que no había visto por allí ni a un solo miembro de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), presidida por Francisco José Alcaraz.

La AVT prefirió convocar concentraciones frente a todos los ayuntamientos de España aprovechando que Bruselas ha decretado el 11-M Día Europeo contra el Terrorismo a raíz de la masacre islamista. Centenares de personas respondieron a la convocatoria en muchas ciudades, pero en la mayoría el monotema siguió siendo ETA.

En Córdoba

En Córdoba, unas decenas de personas conmemoraron el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo en un acto convocado por la organización Cordobeses por la libertad y la Asociación de Víctimas del Terrorismo. El acto, que se celebró a las 13.00 horas a las puertas del Ayuntamiento, contó con la presencia de concejales del PP en el Consistorio, como Rafael Jaén, Reginaldo Matala o Miguel Angel Torrico, y estuvo presidido por una pancarta con el lema "Con las víctimas, contra el terrorismo", informó Efe.

Otras manifestaciones

Tras el manifiesto leído en Santiago de Compostela por Mercedes Barreiro, hija de un taxista asesinado por la organización terrorista en el País Vasco, los asistentes acabaron con el consabido ¡Viva España! , a lo que un transeúnte contestó llamándoles "fachas". El lío que se montó fue mayúsculo. Algunos de los concentrados reaccionaron con empujones y gritos de "¡golpista!", encarándose con el ciudadano. Al final, otros participantes auxiliados por dos policías se interpusieron, consiguiendo que todos siguieran su camino sin mayores daños.

En Barcelona, la concentración reunió a unas 250 personas sin que se produjeran incidentes. Lo mismo que en Valencia y Sevilla, aunque la más numerosa fue la de Valladolid, con unas 600 personas.