El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez , todavía frunce el ceño. Pero vuelve a sonreír, como vuelve a repetir y a justificar su famoso exabrupto del lunes, cuando acusó a Mariano Rajoy de no ser un gobernante "decente". Ese golpe de efecto ha reanimado a sus seguidores con una inyección de moral y espíritu de lucha. Correspondiéndoles, el candidato socialista se muestra confiado, estrecha la mano de los jubilados, besa a las señoras que le miran arrobadas: "¡Qué percha!". Y se agarra sin más disimulos al viejo y fundamental argumento: el voto útil de la izquierda. Con él encabezará, dice, un gobierno "monocolor", que luego tenderá la mano "a otras fuerzas políticas". Ayer anduvo con esa prédica de Zaragoza a Barcelona y de allí a Madrid, en un último esfuerzo simétrico al realizado por el presidente Rajoy y líder del PP, que llegó de Bruselas, habló en Valencia y cerró con una cena en Madrid. Los demás, parecido. Todos creen que la utilidad, en esta convocatoria, pasa por ellos.

Pero... ¿cuál es ahora el voto más útil? Difícil pregunta. Hubo un tiempo en el que sólo se podían sintonizar en España dos canales de televisión, TVE 1 y La 2, o bajar al videoclub. Sin embargo, ahora la oferta incluye un mínimo de seis cadenas. Resulta significativo que, en esta campaña, una de las habitualmente minoritarias, La Sexta, haya sido la más exitosa a la hora de concitar audiencias ante programas de información y debate político. Pese a todo, Sánchez recurre al argumento aritmético y acusa a Podemos de hacerle la pinza (¿como la IU de Julio Anguita ?). Desde las filas conservadoras hacen lo mismo con Ciudadanos.

Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría no se cansan de advertir a sus simpatizantes de que un voto a Ciudadanos acabaría en el imaginario "tripartito de los perdedores". Así que Albert Rivera se desmarca una y mil veces de ese fantasmagórico tripartito e incluso admite que podría "abstenerse" para propiciar la investidura de quien encabece el partido más votado. Claro que una abstención tal vez no sea suficiente. Por ejemplo, si Rajoy se queda más o menos donde le sitúan las encuestas. Entonces, (con 120-130 escaños en el Congreso) tendría enfrente al PSOE, Podemos, las demás izquierdas, los soberanistas periféricos... como poco 150-160 diputados. Necesitaría el voto afirmativo de Ciudadanos y probablemente la neutralidad de alguna otra fuerza. Similares cálculos podrían hacerse con Sánchez o Pablo Iglesias o quien quiera que logre convertir su marca en la formación más votada.

La utilidad es más relativa que nunca. Unidad Popular-IU, cuya trayectoria política siempre fue una pelea contra el voto útil, quiere hacerse notar esta vez reclamando para sí, como mínimo, un grupo parlamentario propio, cinco modestos diputados. En UPD quizás se conformarían con menos. Los nacionalistas centrífugos, a los que se ha dado muy poca cancha en esta campaña, recelan de lo que pueda ocurrir el 20-D porque temen quedar relegados en la cuneta de la inutilidad parlamentaria. Tanto en Democracia i Llibertat (la antigua Convergencia) como en Esquerra Republicana, cada cual por su lado, se muestran particularmente aprensivos. Temen que el tándem Podemos-Colau por un lado, y Ciudadanos por otro pasen por encima de las marcas independentistas. Para ellos, lo útil sería lo contrario: ganar con claridad espacio y votos a fin de que no se deprecie aún más la hipotética legitimidad democrática del procés . Los jefes de ERC, Junqueras y Rufián han prometido afeitarse la barba si su partido es el más votado.

En el cierre de campaña, Rajoy congregó en Valencia a cuatro mil personas (Museo de las Ciencias). Sánchez, en Fuenlabrada (Madrid), habló ante un número de asistentes similar. Alberto Garzón no se fue mucho más abajo en Getafe (Polideportivo Juan de la Cierva). Rivera se quedó más cortito con sus tres mil simpatizantes en la plaza de Santa Ana de la capital española... En el pabellón La Fonteta , en Valencia, Iglesias, Colau y los de Compromís batieron el récord de la jornada reuniendo a más de nueve mil personas y desbordando el recinto. El de Podemos lanzó su desafío al viejo voto útil: "Esta vez tenemos la oportunidad de elegir sin tener que taparnos la nariz". Curioso: Rivera había dicho lo mismo unos minutos antes.