"Cuanto peor sea el resultado, más necesario será que sigas al frente del partido". Se lo dijo Felipe González a Alfredo Pérez Rubalcaba durante la campaña, adelantándose a la posibilidad de que el candidato tuviera la tentación de tirar la toalla si el veredicto de las urnas era tan adverso como ha sido. La frase sintetiza la opinión de la vieja guardia socialista y de buena parte de los barones territoriales, que hace ya un par de meses zanjaban, con un "Alfredo seguirá sí o sí", las cábalas que se hacían sobre con qué número de escaños estaría en condiciones de seguir liderando el partido. Aunque Rubalcaba aún no se ha pronunciado, en el PSOE dan por hecho que optará a la secretaría general en el congreso de febrero.

El apoyo y las presiones que recibe ahora para que se postule responden al temor confesado de que el hundimiento del domingo lleve al partido a "una situación inane, en la que se pierda el rumbo y la influencia". Y, sobre todo, que se caiga en un periodo de división, enfrentamientos y débiles liderazgos sucesivos. En resumen: "Que le pase como al partido socialista francés, que ha tardado más de 15 años en encontrarse a sí mismo y tener posibilidades de ganar". Más aún esta vez, en la que la derrota es global y ningún líder territorial se ha librado, lo que les expone a ser cuestionados por sus federaciones.

El PSOE está ahora más débil que en la derrota del 2000, cuando conservaba ayuntamientos y autonomías, y la vieja guardia cree que Rubalcaba es la persona idónea para dirigir el partido. Al menos, hasta las próximas generales. Personas de su entorno, sin embargo, aseguran que "está muy afectado por la derrota y no ha decidido todavía lo que va a hacer". En el PSOE no se duda de que será presidente del grupo parlamentario, cuya dirección se elegirá tras la constitución de las Cortes, el 13 de diciembre.

Muchos piensan que esperará a tantear cómo está el partido y con qué apoyos cuenta antes de tomar una decisión sobre qué hará en el congreso, que se celebrará en la primera semana de febrero, según explicó ayer José Luis Rodríguez Zapatero. Tras mucho tiempo desaparecido, el presidente volvió a ejercer de líder del partido. Sin Rubalcaba a su lado, dio cuenta de la ejecutiva socialista. No citó en ningún momento por su nombre al candidato, con quien tuvo desencuentros durante la campaña.

Es muy probable que haya más candidaturas a la secretaría general, como ocurrió en el 2000, cuando José Luis Rodríguez Zapatero se impuso a tres rivales, entre ellos José Bono. Ahora, la principal contrincante podría ser Carme Chacón, que aglutina el apoyo de la mayoría de los jóvenes dirigentes. La ministra de Defensa, que en mayo se retiró de la carrera de las primarias acusando a los partidarios de Rubalcaba de poner en riesgo "la estabilidad del Gobierno", tampoco se ha postulado. Pero su entorno rechaza el planteamiento de la vieja guardia. "Tiene que haber una renovación", señalaron estas fuentes.

Esta vez, a diferencia de lo que ocurrió en la elección del candidato, Zapatero tendrá un importante papel. Y ayer dio muestras de querer que se postulen varios dirigentes. Le preguntaron si era partidario de una candidatura de integración. "Soy partidario de la democracia", contestó tras la ejecutiva. Rubalcaba dijo que "esperaba estos resultados", y que la campaña había sido "buena" y servía para "orientar la labor de oposición".