El líder de la oposición zigzaguea. Su acusación a Zapatero, en la tregua del 2006, de "traicionar a los muertos" fue injustificable. E injusta su atribución al presidente, en mayo del 2010, de todos los males de la crisis. Pero el Rajoy que plantó cara y ganó a la derecha del PP (con Aznar emboscado) tras la derrota del 2008 merece respeto. Igual que el haber sobrevivido a dos fracasos electorales (como Felipe). E incluso haber toreado --sin honor-- el escándalo Gürtel. Con Camps retirado (tarde y penosamente), pero con el PP ganando en Valencia. Y hace poco calificó de "noticia reconfortante" que ETA haya dejado de matar. De sabios es rectificar. Más si así entierra la línea tremendista sobre terrorismo.

Las encuestas le otorgan la victoria con un amplio margen. Dominó desde el primer día, cuando en el debate con Rubalcaba pudo decir: "Estamos aquí porque el Gobierno no ha sido capaz de agotar el mandato y ha tenido que adelantar elecciones". Trasfondo: en tres años, el paro ha saltado del 8 al 21%.

La entrevista de Pepa Bueno, el miércoles en TVE, permitió ver, quizás por primera vez, a un Rajoy cómodo. Pepa hurgaba, pero emergió un conservador que sobre economía, impuestos o educación decía cosas sensatas para las clases medias. Prometer no congelar pensiones gusta a los mayores, pocos verán mal bajar impuestos "solo" a los emprendedores que creen empleo. Y es responsable recortar gastos para cumplir los objetivos de déficit (6% este año, 4,4% el próximo y 3% en el 2013) que España ha prometido a Bruselas. Curioso el elogio envenenado al "empeño" de Salgado. Quizás para subrayar que ahora el PSOE la oculta.

Rajoy no explica la crisis ni sus números. Ahí Rubalcaba tiene razón, aunque él tampoco lo hace. Es imposible un inevitable presupuesto restrictivo sin llanto y crujir de dientes. Lo grave es que Rajoy confía en que su gobierno, de inmediato, genere confianza en los mercados. Lo del 96 no es repetible. Y la prima de riesgo no ha bajado cuando las encuestas auguran un gran triunfo del PP. No es culpa de Rajoy. Ni antes, de Zapatero. Es que hay moneda única, pero un BCE sin mentalidad supranacional. Rajoy lo ignora. El PSOE lo pagará porque no lo ha sabido explicar.