Se preguntaba Rajoy en un mitin ¿por qué no va a ganar el PP en Andalucía si ya lo hizo en las comunidades de Madrid o Valencia?

El PP partía en la Andalucía de los 80 en clara desventaja electoral al ser la expresión política de un sector social que nos había conducido al subdesarrollo económico. Y a una lacerante desigualdad social vivida con grosera ostentación por los más poderosos.

Para cambiar esa situación, además de su esfuerzo de abrirse a otras capas más moderadas, el PP tenía que aprovechar las oportunidades de contenido estratégico que se le han presentado en estos años.

La primera, el decisivo referéndum del 28-F, en el que Andalucía se jugó su autoestima como pueblo y su papel en España. ¿Qué hizo la derecha? Inhibirse, oponerse, dejarle al PSOE (con el apoyo del PCE) la defensa de la autonomía, que era tanto como la defensa de Andalucía.

La segunda oportunidad le llega en el periodo 1994/1996. Los errores socialistas propician un cambio de ciclo político (pasan de 45 a 41 diputados) y esto le da al Partido Popular la oportunidad de gestionar ese cambio.

¿Qué hizo el PP? Con el apoyo de IU, la vida imposible al Gobierno autonómico y la paralización de la política andaluza.

La última oportunidad le surge con los 8 años de gobierno de Aznar en España, una magnífica oportunidad para derribar tópicos y establecer una alianza cómplice con los andaluces.

¿Qué hizo? Confrontar con la Junta de Andalucía, ignorar la realidad andaluza con actitudes y discursos de franca hostilidad a nuestro pueblo: voto cautivo, pueblo subvencionado-

Salieron del Gobierno dejando en Andalucía la sensación de que jamás nos entenderían. Mientras, el PSOE rectificó errores, recuperó la cohesión interna y volvió a hacer lo que mejor sabe: defender los intereses andaluces, recuperar un proyecto político sólido y extender la sensación de que es el único partido en el que los andaluces pueden confiar para gobernar Andalucía y España.