Arenas tuvo ayer una alegría que le proporcionó un sondeo. Está a 10 escaños del PSOE, una distancia que es una brecha en la aritmética política, pero que al candidato popular le permite tener a golpe de vista a Chaves. Arenas se juega su futuro en Almería. Un revés electoral en la provincia, en la que es cabeza de cartel, debilitaría su imagen y fortalecería la de sus enemigos, multiplicados en pequeños partidos escindidos del PP que complican la estabilidad en muchos pueblos. Arenas lo sabe y no se recató en pedir en el feudo de Juan Enciso, el alcalde de El Ejido (PAL) el voto a los que siempre han confiado en el PP. En la política almeriense hay historia de ajustes tan largas e hirientes pendientes de resolver como atrasos se acumulan en el desarrollo de sus infraestruturas. Esta es la apuesta de Arenas: resolver el problema del agua, lograr una línea regular aérea Sevilla-Almería y llevar el AVE a la ciudad, además de centros de desarrollo tecnológicos para estimular la agricultura. ¿Será Arenas el último en ilusionar a los almerienses?