La irrupción de Vox en el Parlamento andaluz con 12 diputados abre la puerta a la llegada de partidos de extrema derecha a las instituciones españolas, siguiendo la estela de lo que ocurre ya en cámaras legislativas de otros países europeos. 36 años después de que Blas Piñar dejara su escaño en el Congreso de los Diputados, donde se sentó de 1979 a 1982, los resultados de ayer de Vox son los mejores de la ultraderecha en España en términos cualitativos porque le da una inédita representación en una de las principales asambleas regionales.

Con estos resultados, Vox da alas a quienes ven a la ultraderecha sentada de nuevo en el palacio de la Carrera de San Jerónimo, como ya ha ocurrido en los últimos años en los parlamentos nacionales de Italia, Austria, Bélgica, Grecia, Polonia, Hungría, Finlandia o Suecia. Italia incluso cuenta tras los pactos surgidos de las elecciones de marzo de 2018 con un gobierno de coalición en el que la extrema derecha tiene un papel preponderante.

Fundado en 2013, el partido de Santiago Abascal cobró impulso después de que a principios de septiembre llenara el pabellón de Vistalegre, en Madrid, y de que varias encuestas electorales, entre ellas la del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para las andaluzas, le otorgara un escaño.

Hace dos años, en las elecciones generales de junio de 2016, Vox quedó como la decimosexta fuerza, con 47.182 votos, un 0,2% del total. Madrid, donde cosechó un tercio de esos votos, 16.803 y un 0,48%, y Ceuta, con 139 papeletas y un 0,45%, fueron las circunscripciones en las que logró un mayor porcentaje entonces. En las andaluzas de 2015, Vox obtuvo 18.422 papeletas, el 0,46% de los votos válidos.