Ahora, que por circunstancias paso mucho tiempo fuera de mi tierra, Córdoba, Andalucía, siento más que nunca el orgullo de ser andaluza, de reconocerme y que me reconozcan por mi acento y por esas pequeñas o grandes cosas que nos hacen especiales. Es decirme «claro, se nota que eres andaluza» y tengo la sensación de que me están diciendo el piropo mas bonito y el mayor de los elogios. Pues sí, eso soy, andaluza.

Y como andaluza, me preocupa mi tierra, gobernada desde el inmovilismo, el conformismo y la falta de ambición para llegar a ser lo que podemos y lo que merecemos.

Y como andaluza, miro los índices, las estadísticas y los informes sobre la situación de Andalucía con respecto a la demás comunidades autónomas, en educación, en empleo, en sanidad, en desarrollo industrial... Y la realidad de una Andalucía que no despega se hace evidente.

Y como andaluza, en definitiva, quiero más y lo quiero ya. Quiero una juventud que desarrolle su talento en su tierra, un emprendedor que no tenga obstáculos para hacer realidad sus ideas, quiero otros modos y maneras de trabajar por esta tierra, que se valoren las capacidades y los méritos, el esfuerzo y la ilusión, que lo que se prometa se haga y que lo que se recaude se invierta, en nosotros, en todos, en Andalucía. Y para eso, no podemos seguir como estamos, necesitamos una gestión distinta y una ilusión renovada.

La libertad es uno de los grandes derechos que tenemos, y su ejercicio, cuando hablamos del bienestar común, tiene una parte importante de responsabilidad. Por eso estoy convencida de que es necesario conocer, comparar, llegar al fondo de los datos, saber qué se ha prometido muchas veces y nunca se ha hecho, distinguir las palabras de los hechos y de la realidad, y desde ahí ejercer nuestro derecho al voto en estas elecciones al gobierno de Andalucía. Y el voto tiene que ser sobre todo libre y meditado, Frases como «voy a ver lo que dicen, pero no les votaré nunca», o «digan lo que digan, siempre tendrán mi voto», no acabo de entenderlas. Yo sí creo que las campañas son importantes, los gestos, las miradas, las personas... Ese otro lenguaje que dice a veces mucho más que las palabras.

Y sin prejuicios, sin insultos y sin miedos, desde el absoluto respeto a los distintos partidos políticos y a las personas que los representan.

Creo que no son unas elecciones más, nunca lo son, pero quizás ahora más que nunca es urgente que Andalucía logre dejar de estar en la parte baja de la tabla y se sitúe en el lugar que le corresponde. Y para eso no vale más de lo mismo, sencillamente porque las mismas políticas nos llevan a los mismos resultados.

* Abogada y exconcejala del PP en el Ayuntamiento de Córdoba