Le va a ser útil a Juan Antonio Marín Lozano (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 1962) su conocido carácter sereno para afrontar las presiones una vez que se conozcan los resultados electorales del 2-D. Solo en el caso de que los escaños de Ciudadanos y los del PP sumaran mayoría absoluta podrá decirse que el camino a seguir por su grupo en el Parlamento de Andalucía está claro, y, aun así, si Cs quedara por debajo del PP, muchas serían las decisiones a estudiar por la formación naranja. Las encuestas hablan de un triunfo del PSOE y de la necesidad de pactos, una situación incómoda para el hombre que ha facilitado desde 2015 a 2018 el Gobierno de Susana Díaz y que ahora niega en redondo cualquier reedición futura de esos acuerdos.

Juan Marín parece un hombre más moderado que los líderes de su partido. Quizá porque la política andaluza no parecía requerir un escoramiento ideológico hacia posiciones de liberalismo más férreo y de derechas como las protagonizadas por Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, e Inés Arrimadas, ganadora de los comicios catalanes y actualmente, en su calidad de reina sin trono y azote del independentismo, el principal activo electoral de su partido. Ambos están en la brega de la campaña andaluza, pescando en los caladeros del voto moderado socialista, pero, sobre todo, en las aguas electorales del Partido Popular. Una presencia que, por lo que se aprecia, no incomoda al candidato Marín ni altera su reputada tranquilidad de carácter, más bien al contrario.

De los candidatos con representación en el Parlamento de Andalucía, Juan Marín es el de mayor edad, y también --junto con la líder de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez-- el que puede esgrimir una trayectoria vital y profesional al margen de la política, a la que se incorporó hace 12 años. Y es que cuando era muy joven, en 1981, falleció su padre, y él dejó los estudios universitarios que había iniciado para hacerse cargo del establecimiento familiar de joyería y relojería.

Marín ha sido comerciante, y también técnico de voleibol (dice que esa experiencia lo ha convertido en un buen coordinador e impulsor para su equipo, pues crea un buen ambiente de trabajo) pero siempre interesado por la vida pública. Presidió la Asociación de Comerciantes de Sanlúcar de Barrameda, y siendo muy joven se acercó a la actividad política, primero en la lista municipal del PP en 1983, aunque no ocupó cargo público, y casi dos décadas después trabajando durante un año en el gabinete de comunicación municipal del Partido Andalucista. Breves incursiones que derivaron, tras la huelga de basuras de su localidad en el año 2006, en la creación de un partido político, Ciudadanos por Sanlúcar, que consiguió tres concejales en las municipales del 2007. Su grupo se alió con el PSOE y desplazó del poder al PP en el Ayuntamiento sanluqueño, y él llegó a ser primer teniente de alcalde de su municipio.

Podría decirse que Juan Marín ha sido «ciudadano avant la lettre», puesto que el nombre del partido que él creó en Sanlúcar, y su orientación política llamaron la atención de la incipiente formación naranja, que en el año 2011 lo invitó a sumarse a la misma. El resto ya es más conocido: el gaditano fue poniendo en marcha la estructura de Cs en Andalucía y en el 2015 encabezó la lista a las elecciones autonómicas. Los nueve diputados que obtuvo Ciudadanos fueron el eje de las presiones durante los tres meses en los que Susana Díaz intentó infructuosamente formar gobierno. Al final, el pacto que permitió la investidura de la socialista ha traído la celebrada «estabilidad» de Andalucía y ha permitido que Ciudadanos se afiance. Pero ahora el mensaje es otro.