En unas elecciones todos los votantes expresamos nuestra opinión sobre lo que ha pasado en los últimos cuatro años y sobre lo que queremos que pase en los cuatro siguientes. Es un momento de evaluación, de toma de decisiones y, por tanto, de oportunidad.

A lo largo de su historia Andalucía ha encontrado dificultades, en muchas ocasiones, para impulsar su desarrollo económico y social, y sería bueno que el próximo día dos de diciembre no fuera una de ellas. Pese a la demoledora crisis que todavía colea, Andalucía ha sabido no descolgarse del resto de comunidades y afrontar los malos tiempos con cierta gallardía, pero ni mucho menos esto es suficiente. Andalucía, por ejemplo, no tiene un mal sistema educativo. Como mínimo es similar al de nuestros vecinos y en muchos casos superior. El problema surge cuando nuestros jóvenes mejor formados, aquellos llamados a liderar la sociedad, se van. Abandonan nuestra querida Andalucía porque no encuentran las oportunidades que otros territorios sí les ofrecen.

Esta falta de oportunidades supone un círculo vicioso de terribles consecuencias. Andalucía invierte cantidades ingentes de presupuesto en la educación primaria, secundaria y superior, pero cuando nuestros mejores cerebros acaban sus estudios emigran a otras comunidades o países. Esto hace que el dinero invertido en ellos se pierda y se vuelva en nuestra contra porque estos jóvenes no solo no desarrollan aquí su carrera profesional, dejando de aportar a la sociedad andaluza lo que han recibido, sino que generan valor añadido en otras comunidades que, gracias a esa aportación, compiten y superan a nuestra Comunidad. Un círculo vicioso que regala nuestro dinero y talento a otros para que nos perjudiquen.

Esta situación no puede continuar. Salga el gobierno que salga de las elecciones del 2-D, tendrá que focalizar sus esfuerzos en la generación de oportunidades, rescatar el talento ausente y retener el que todavía no se ha marchado. Con un sector público maduro y sin capacidad de crecimiento, el único motor de desarrollo social es la empresa. Esta afirmación no es interesada, sencillamente es una verdad inapelable. Apostar por nuestras empresas y por nuestros proyectos no es una cuestión ideológica, es una obligación de todos. Si queremos tener una tierra que desarrolle su descomunal potencial y que permita a los andaluces decir con orgullo y pasión que Andalucía es una tierra de oportunidades, solo cabe volcar los esfuerzos políticos en el impulso de nuestras empresas y en potenciar nuevos proyectos innovadores. Para ello, es importante que después del 2-D exista voluntad de todos los actores políticos de llegar a consensos y acuerdos, formándose un gobierno sólido con rapidez y evitando situaciones de bloqueo e incertidumbre como las que se vivieron tras las autonómicas de 2015.

* Presidente Federación del Comercio