Que Andalucía solo capte el 1,9% de la inversión exterior en España, cuando contamos con una situación geográfica, orográfica, turística, histórica y patrimonial únicas; que nos situemos 8 puntos por encima de las cifras medias de paro en nuestro país, o que la renta per cápita de los andaluces sea 7.000€ inferior a la de la media nacional, serían elementos más que suficientes para, como sucede en el fútbol con los entrenadores, rescindir el contrato a quienes han estado al frente de nuestra Comunidad durante los último treinta y seis años.

Pero no, no predicen eso las encuestas, las elaboradas por el PSOE a través de algunos medios de comunicación o el CIS y las de la oposición o aquellas otras independientes. Una mayoría de los andaluces, ya al menos no absoluta, sigue apostando por una economía de tercera, incapaz de hacer frente al pleno empleo o a una educación, sanidad, infraestructuras o servicios sociales de primer nivel. ¿Y ello por qué?

Ningún político en activo se atreve hoy en día a afirmarlo, por mucho que me conste que todos ellos, de una tendencia o de otra, lo piensan. Andalucía, después de más de tres décadas de gobiernos democráticos y casi cinco de dictadura, vive en un estado vegetativo, en el que solo interesa mantener las constantes vitales y no la conciencia, algo que con pocos recursos y esfuerzo se consigue.

Y el gran problema, así como la gran tragedia, es que quienes tienen en su mano aplicar el antídoto a esta situación, quienes lo tienen ahora y lo tuvieron durante la dictadura, no están dispuestos a proporcionarlo, permitiendo que el cuerpo social andaluz vaya deteriorándose día a día si lo comparamos con el de otras comunidades autónomas y no digamos ya con Europa.

Y la única solución es el cambio, el cambio radical de «equipo médico», de terapias y, como no, de rehabilitación social.

Que quién puede protagonizar ese cambio, me preguntarán.

No es sencilla la respuesta. ¿Un partido, un programa, unas personas? Algo sí parece evidente, no puede producirse ese cambio con las políticas de izquierdas que han monopolizado la vida andaluza, ni con el partido que las ha venido poniendo en práctica ni, lógicamente, con las personas que las han ejecutado. A partir de ahí, solo pueden ser alternativa a lo existente, ideas liberales, de centro, que consigan despertar al paciente y darle un nuevo tono vital. Y vuelvo a lo mismo, ¿partido, programa, personas? La elección es compleja conociendo nuestro sistema de partidos, el incumplimiento que de los programas se hace y la nula posibilidad que se nos ofrece a la hora de escoger a las personas.

Deberá quedar a criterio de cada cual quién poner al frente de esa nueva Andalucía consciente.

* Médico y exsenador del PP por Córdoba