Úrsula Perona, psicóloga especializada en psicología infantil y juvenil, nos explica todo lo que debemos saber sobre los niños de alta demanda en “Hijos de alta demanda”. Hemos hablado con ella para entender las claves de su libro y hablar un poquito más sobre maternidad y crianza.

Úrsula, como tú misma explicas, este libro se centra en algo todavía poco conocido: el término ‘niños de alta demanda’. En el libro nos cuentas tu propia experiencia de aprendizaje y comprensión con tu hija, ¿qué te llevó a escribir este libro? ¿Por qué decidiste compartir tu historia personal?

Mi experiencia con la crianza de alta demanda ha estado teñida de luces y sombres. Me ha llevado un largo camino comprender a mi hija, qué necesitaba realmente de mí, y dejar de sentirme incompetente como madre. La culpa y el auto reproche son muy dañinos, nos hacen sentirnos inseguros y oscilantes como padres, y encontrar un poco de claridad me ayudo a liberarme un poco de ellas.

Decidí compartir mi experiencia personal y mis conocimientos como psicóloga infantil porque si ayudan a una sola familia a entender mejor a su pequeño, a ser más realistas y conscientes a la hora de atender sus elevadas necesidades, y a liberarse un poco de la crítica y la culpa, ya me daré por satisfecha.

Para las familias que nos leen es muy importante entender que los niños de alta demanda no tienen ningún problema psicológico ni están consentidos, tal y como nos explicas en tu libro. ¿Cómo podemos comprender esto? ¿Cómo tranquilizarías a las familias que tengan esta preocupación?

Es importante conocer bien realmente qué significa ser un niño de temperamento fuerte o de alta demanda (alto voltaje o intensidad también los describe muy bien, jejeje) de niños que tienen otros problemas psicológicos. Por ejemplo, se puede confundir con relativa facilidad con niños con TDHA o niños que tienen Trastorno del espectro autista. Por eso es muy importante, si tenemos dudas, consultar con un buen profesional que les ayude a salir de dudas. El diagnóstico diferencial es muy importante.

Una de las características de estos niños es la alta demanda de atención. ¿Cómo podemos trabajar esa necesidad de atención y fomentar un vínculo de apego seguro con ellos?

Como suelo decir: “Toda demanda de atención es una demanda de amor”. Si nuestro hijo nos pide atención, que le miremos, le cojamos o le hablemos, es porque necesita esas formas de amor. Hay niños más independientes, menos afectivos, y está bien también. No todo el mundo tiene las mismas necesidades de atención y afecto. Ni tampoco todos las expresamos igual. Pero un niño de alta demanda tiene grandes necesidades de contacto físico, de afecto, de comunicación, y debemos atenderlas.

Aunque no niego que resulte extenuante, por ello es importante el autocuidado, asegurar nuestro tiempo de desconexión, a solas, para la pareja… porque el niño de alta demanda es súper absorbente y si no cuidamos desde la consciencia esos aspectos, podemos vernos fácilmente desbordados.

También se trata de niños que generalmente tienen una alta sensibilidad ¿Qué significa esto y cómo lo manifiestan? ¿Cuál es el principal consejo para entender sus sentimientos y su forma de expresarlos?

La hipersensibilidad es una característica común en los niños de alta demanda. No todos los NAS (niños altamente sensibles) son de alta demanda, pero casi todos los niños de alta demanda son muy sensibles y emotivos.

El mejor consejo es ser respetuosos y validar sus emociones. No atribuirlas a “caprichos” o “manipulaciones”, por ejemplo, como oigo en ocasiones. Simplemente entender que hay muchas formas de vivir las emociones, y ellos lo hacen con mucha intensidad. Validar sus emociones, ser empáticos y acompañarlos de la manera adecuada. En mi libro doy ideas sobre cómo podemos hacer todo esto, y al tiempo, ir favoreciendo su independencia y autonomía personal.

Hay muchas formas de vivir las emociones, y ellos lo hacen con mucha intensidad. Validar sus emociones, ser empáticos y acompañarlos de la manera adecuada. En mi libro doy ideas sobre cómo podemos hacer todo esto, y al tiempo, ir favoreciendo su independencia y autonomía personal.

¿Puedes ofrecernos alguna recomendación para ofrecerles a estos niños tan curiosos un ambiente rico y estimulante que les permita explorar su gran energía y creatividad? ¿En qué les beneficiará esto?

Aire libre, posibilidades de estar con frecuencia con otros niños. El juego libre no estructurado es imprescindible, y nuestros niños carecen a menudo de él. Apuntarles a actividades extraescolares de su agrado, que les resulten estimulantes y les permitan desarrollar su creatividad.

Hace algunas semanas compartimos con nuestras seguidoras uno de los recursos que incluyes en tu libro, el Test: ¿Mi hijo es un niño de alta demanda? ¿Cómo funciona este test y a quien se lo recomiendas? ¿Qué deberían hacer las familias después de comprobar que su hijo cumple con las características comunes de los niños de alta demanda? ¿Cuál sería el siguiente paso?

No se trata de etiquetar, simplemente de conocer. El test es descriptivo, en él enumero las principales características del niño de alta demanda. Y si tu hijo lo es: ¡¡enhorabuena!! Tienes un pequeño tesoro. Eso sí, va a requerir dosis extra de ti.

En Hijos de alta demanda nos cuentas que a menudo confundimos los términos personalidad, carácter y temperamento y puede que estemos colocando etiquetas a los niños como las de “es muy difícil”, “él es así”, “es caprichoso”. ¿Por qué es importante distinguir estos conceptos? ¿Cómo influyen en los niños este tipo de comentarios sobre su forma de ser o de actuar?

Etiquetar al niño es algo que le limita, pues automática se producirá el efecto de profecía auto cumplida: el niño se comportará según lo que se espera de él. Así que no se trata de etiquetar, simplemente de comprender por qué se comporta así, y acompañarle en su desarrollo según sus necesidades, que vendrán determinadas por su personalidad.

Nos ha parecido muy interesante la forma en la que hablas de la importancia de no juzgarnos en exceso y de cómo la exigencia y la culpa han viajado contigo durante la maternidad. ¿Consideras que a veces idealizamos la maternidad y la paternidad contando solo las cosas buenas y evitando quejarnos con sinceridad? ¿Cómo podemos cambiar esto?

Nadie habla de las sombras de la maternidad. Y socialmente, está muy mal visto porque si te quejas, si muestras descontento o agotamiento, o simplemente, reconoces que no te hace feliz ciertos aspectos de ella, automáticamente eres juzgada como una madre desnaturalizada o algo similar. Al igual que esperamos de los niños que todos se comporten según un estándar, los padres también debemos cumplir con lo socialmente deseable.

A mí me gustan mis hijos, los quiero con locura y trato de ser la mejor madre para ellos, pero no soy una madre al “uso”. No me gustan los festivales del cole, no me gusta especialmente ir al parque, el embarazo no fue un estado de gracia ni mucho menos. A veces digo medio en broma medio en serio, que, si me hubieran dado a los niños enrollados en una toquilla y me hubiera ahorrado los nueve meses de embarazo, habría sido genial. La gente me mira mal, porque somos muy críticos unos con otros. Yo me alegro de todas las mamás que vivieron embarazos estupendos, donde se veían guapísimas y se encontraron genial. Pero me gustaría el mismo respeto para mí, que tuve nauseas hasta el paritorio, me encontraba como si viviera en una perpetua resaca, y me veía gorda y fea.

Me ha costado al menos diez años reconciliarme con la madre que soy. No es fácil. Me sigo sintiendo culpable muchas veces, pero hay muchas cosas que ya he superado. Al final, en la maternidad solo importan dos cosas: tus hijos y tú. Lo que opinen los demás, debería darnos igual. Bastante difícil es hoy en día criar, con el poco tiempo que tenemos y con tantas exigencias.

Y sí, la maternidad está idealizada. Veo en las redes sociales mamis estupendas que se ponen su ropa al mes de parir, que retoman su vida social a la semana y que sus niños duermen del tirón a los tres meses. Lo que no vemos a lo mejor es que tienen interna en casa, o niñera, mucha ayuda y posibilidades que otras mamás no tienen. Que se pueden permitir ir al gimnasio todos los días y ponerse a dieta y vivir una maternidad más relajada. Y ojo, que lo veo estupendo, no lo juzgo ni muchísimo menos. Pero no es la experiencia de muchas otras madres, que con suerte al final del día consiguen sacar tiempo para darse una ducha. Por eso aparece el agotamiento, el estrés, el mal humor… porque es imposible llegar a todo sin ayuda.

En este sentido, ¿Cuáles son las claves principales que no debemos olvidar para trabajar en una crianza respetuosa y consciente?

Conocer bien el desarrollo del niño, sus necesidades reales. Ser conscientes de que la maternidad va a exigir mucho de nosotros. La creencia de que a los tres meses de dar a luz nuestra vida será como antes es totalmente irreal. Tendremos que renunciar a muchas cosas. No hay otra.

Serán unos años intensos dedicados a la crianza. Nos perderemos muchas cosas, personal y posiblemente profesionalmente, pero ganaremos muchas otras. Son unos años preciosos que podemos disfrutar si nos sacudimos las expectativas poco realistas y priorizamos lo que realmente importa. Ojalá la conciliación fuera más fácil, pero a día de hoy, es más una utopía que una realidad.

Yo trabajo a diario con niños y adolescentes. La mayoría, cuando les digo que me expresen dos cosas que necesitarían de sus padres, invariablemente una de ella es: que pase más tiempo conmigo. Para reflexionar… ¿no?