Reportaje
Un nuevo curso que ilumina la labor del hospital Reina Sofía
Los profesores José, Marián y Paqui se esfuerzan para que el alumnado esté feliz y tranquilo el tiempo que necesite de este recurso y también para que pueda encontrar un espacio en el que escapar un poco de la realidad

Manuel Murillo
Septiembre ya pasó, pero ya este mes, el bullicio de los lápices, los libros y la emoción de un nuevo curso han vuelto. En el hospital Reina Sofía de Córdoba la vuelta al cole tiene un significado muy especial. Aquí, entre pasillos de batas blancas y el constante ir y venir del personal sanitario, un aula hospitalaria se convierte en un refugio de aprendizaje y esperanza. Desde 1988, gracias a la colaboración entre las áreas de Sanidad y Educación de la Junta de Andalucía, los niños ingresados no pierden el hilo de su aprendizaje. Y este nuevo curso, los profesores de este aula, José Mata, Marián Vega y Paqui Garrido, reciben a sus alumnos con ilusión renovada.
Para estos docentes, cada inicio de curso es una mezcla de alegría y reto. «Nunca sabes lo que va a pasar. Cada año es diferente, cada día cambia; no es como en un colegio ordinario», explica José Mata. Cada alumno tiene su historia, su ritmo y sus necesidades y estos tres docentes se adaptan para que la escuela siga siendo un lugar de normalidad y cariño. La vuelta al cole en este aula es mucho más que retomar asignaturas, es un espacio donde los niños y niñas recuperan la rutina, la motivación y la alegría de aprender, incluso en medio de algo tan duro como es una hospitalización.
Este año, el aula hospitalaria ha abierto con nuevos proyectos y una mirada renovadora. Entre las novedades, destaca una iniciativa cultural en torno a Julio Romero de Torres, gracias a la colaboración con el Ayuntamiento de Córdoba. El aula hospitalaria mantiene a su vez la coordinación constante con colegios e institutos y tiene la puerta siempre abierta a colaboraciones de asociaciones o voluntariado externo.

Los profesores del ‘cole’ del hospital Reina Sofía José Mata, Marián Vega y Paqui Garrido. / Manuel Murillo
Objetivos
«La prioridad es que los niños sigan con su actividad curricular de la manera más normalizada posible, pero también que disfruten de su estancia aquí», expone Marián. Paqui sostiene que «cada curso nos trae nuevos retos, pero todo lo afrontamos con ganas de hacer mejor la vida de los niños y de aprender algo nuevo cada día». Además, estos docentes señalan que uno de esos retos es la mayor frecuencia en los últimos años de niños con necesidades en salud mental, situación por la que también buscan nuevas formas de trabajar y adaptarse para que todo vaya siempre en favor del menor. Daniel, un alumno de larga estancia, es un ejemplo de cómo los profesores ayudan a conciliar la vida hospitalaria con la escolarización.
Gracias a José, Marián y Paqui, Daniel recibe las tareas que le corresponden, según su nivel, y puede avanzar en su vida académica sin sentirse desbordado. «Me mandan las tareas y me vengo aquí a hacerlas para avanzar con el cole», cuenta con una sonrisa tímida.

Una niña ingresada en el hospital Reina Sofía, durante una de las clases con José Mata. / Manuel Murillo
Carmen, otra alumna, aprovecha los recursos tecnológicos del aula del Reina Sofía. Con los ordenadores disponibles, puede acceder al aula virtual y completar trabajos y tareas al igual que sus compañeros de clase. «Me vengo al ordenador y así puedo hacer mis deberes del cole», destaca, mientras uno de los profesores y su madre la acompañan y ayudan en lo que sea necesario.
Raquel, que acaba de aterrizar en esta aula y se encuentra un poco perdida, curiosea entre los libros junto a su madre, quien afirma que «me ha parecido precioso encontrar este espacio aquí».
Lugar de celebración
Pero el aula hospitalaria es mucho más que un espacio académico. Es un lugar donde se celebra la creatividad, la cultura y las pequeñas alegrías de la infancia. Los profesores se aseguran de que los niños y niñas se sientan escuchados, acompañados y motivados, con atención personalizada que respeta sus ritmos, capacidades y la situación de salud en la que se encuentran. Como estos profesores resaltan, «lo más importante es que los niños sean felices, que recuerden su estancia aquí como algo positivo y que siempre quieran volver a vernos, incluso cuando ya se curan».
Así, entre libros, colores, fichas de matemáticas y sonrisas, un nuevo curso comienza en el hospital Reina Sofía, lleno de retos, proyectos y, sobre todo, mucha humanidad.
Cada lápiz que se apoya sobre el papel, cada tarea completada, cada momento de aprendizaje compartido, es un pequeño triunfo en la gran lección de la vida. Incluso en los momentos más difíciles, la educación y la ilusión, además de la pasión por el trabajo que uno realiza, pueden iluminar cualquier momento.
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