Entrevista
«La musicoterapia trata objetivos clínicos a través de la música»

Lourdes Carmona, presidenta de la Asociación de Musicoterapeutas. / CÓRDOBA
Por poner un poco de contexto. ¿Qué es la musicoterapia?
Es una terapia como tal, aunque aquí en España no esté regulada aún. Es una disciplina sociosanitaria, a través de la que se tratan objetivos clínicos a través de la música. Hay una diferencia entre usar la música en terapia y lo que hace la musicoterapia. Los musicoterapeutas hacemos de la música la propia terapia. Todos los objetivos son trabajados a través de la misma, no con la música como herramienta, sino como medio en sí misma. Es una disciplina activa, no es solo poner música de forma pasiva, sino que el paciente y el terapeuta actúan en conjunto para lograr objetivos.
La Asociación Andaluza de Musicoterapeutas que preside, ¿qué papel juega en la promoción y desarrollo de esta disciplina?
Tenemos varias ramas de trabajo. La primera es la difusión de la disciplina, para que se conozca y se entienda qué es y qué no es. También ayudamos a acercar a las personas a formaciones válidas y de calidad, que cumplan los requisitos de la FEAM (Federación Española de Asociaciones de Musicoterapia). Otra línea clave es el apoyo a la comunidad andaluza de musicoterapeutas. Andalucía es muy extensa y a menudo las personas en este campo se sienten aisladas. Intentamos conectar a quienes forman parte del gremio para que se apoyen mutuamente.
¿La asociación está llevando a cabo proyectos en Córdoba?
Sí. El proyecto más grande que tenemos ahora mismo en Córdoba, dentro de la asociación y en conjunto con la Fundación Unicaja, es el de musicoterapia hospitalaria en hospitales de Andalucía. Hay hospitales en varias provincias que participan, en Córdoba en concreto se está haciendo en el hospital Valle de los Pedroches de Pozoblanco. La idea es que el proyecto funcione bien este año, que es el primero, y que poco a poco se pueda extender, por ejemplo, al hospital Reina Sofía.
¿Qué respuestas reciben por parte de profesionales e instituciones?
Muy positivas. La musicoterapia ayuda desde lo emocional a pacientes y también a sus familias, que lo agradecen mucho. En cuanto a los profesionales sanitarios, muchas veces se sorprenden de que «esto sí que ayuda». Sin embargo, seguimos encontrando intrusismo, lo cual perjudica mucho a la profesión porque aún no está regulada oficialmente. Sin embargo, cuando entra un musicoterapeuta titulado, se nota claramente la diferencia.
¿Se está intentado extender la musicoterapia también a otros espacios como las escuelas?
Totalmente. Lo hacemos, pero siempre a nivel privado, con mucho esfuerzo y recursos propios. Lo ideal sería que se reconociera oficialmente nuestra labor para poder entrar en centro educativos o residencias. Yo, por ejemplo, trabajo con niños con necesidades especiales y neurodiversidad y todo eso lo hago de forma privada o en escuelas privadas. Sería estupendo que estuviera reconocido oficialmente y formar parte del sistema público, pero para eso necesitamos más investigación y más regulación.
¿Y cómo ha evolucionado el interés por la musicoterapia?
Yo llevo desde 2012 en esto. Hubo un ‘boom’ que fue positivo y negativo al mismo tiempo. Positivo porque se empezó a conocer más, pero negativo porque mucha gente comenzó a ofrecer cosas que se llamaban musicoterapia, pero que verdaderamente no lo eran. Eso dañó la profesión. En ocasiones, me he encontrado con puertas cerradas por experiencias previas negativas, y cuando preguntas quién lo hizo o cómo, te das cuenta de que no era un musicoterapeuta acreditado. Hoy en día creo que estamos en el momento de mayor concienciación. Se conoce más y poco a poco vamos luchando para que la gente entienda que hay formación oficial y que es una disciplina con base científica. Tengo esperanza en que seguirá creciendo y que ganará el reconocimiento oficial que merece.
¿Qué otros retos se proponen n para seguir avanzando?
Uno muy importante es el reconocimiento del valor económico del trabajo. Si vas al psicólogo o a un fisioteraperuta y te piden 50 o 60 euros, lo ves normal. Pero con terapias consideradas alternativas, aunque no sea alternativa, no se valora igual. La gente no ve la formación que hay detrás. Siempre digo que no cobro por lo que hago, sino por lo que sé. No es lo mismo tocar un instrumento con un niño, que hacerlo con conocimiento clínico para trabajar su atención, lenguaje o memoria. Por eso, somos muy importantes también en los centros educativos. La musicoterapia es una formación muy intensa, rigurosa y que merece reconocimiento porque da muy buenos resultados. Por otro lado, a nivel particular mío, estoy impulsando el proyecto ‘Criar y crear’ para llevar la musicoterapia y el juego a grupos de estimulación musical.
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