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Mes de comuniones

Un gran abrazo y recuerda siempre el mensaje de Jesús: amor al prójimo

Una niña en su primera comunión. Archivo / Córdoba

Dedicado a los niños y sobre todo a Javier Martín Zafra. Querido Javier: hoy, un día especial para ti y toda tu familia, así como para muchos niños, quiero decirte algo que, con cariño, te escribo. ¿Qué quién soy? Bueno, nos hemos visto en la Caleta, pero sobre todo soy una amiga de tu gran abuelo Benjamín. Pero, hoy, eres tú, precioso niño, al que dedico mis palabras y felicitación en este gran día de tu primera comunión.

Pero ¿sabes bien qué significa recibir por primera vez la comunión? Seguro que no, porque, a pesar de tus buenas notas, de tus constantes rebeldías, preguntas e inquietudes, muchas más de las que a tu edad corresponden, la fe, a la que tú hoy te adhieres, impulsado por padres, familia y costumbres católicas, es algo complejo, incluso para los mayores, así que, como otras veces, y no siempre con acierto, esta maestra te quiere decir con pocas palabras, lo que entiende por recibir por primera vez la comunión. Verás, precioso, es algo así como asistir a una fiesta, invitado por alguien importante que desea te sientes con él a la mesa para celebrar su cumple, por ejemplo. Y claro, te preparas, te arreglas bien y te sientes importante, porque consideras un honor el que tu amigo se haya acordado de ti. ¿A que esto lo entiendes?

Bueno, pues, Jesús, que predicó, ante todo el amor al prójimo, también invitó a sus amigos, sus discípulos, a celebrar con Él la última cena que iban a pasar juntos. Y compartieron mesa, pan y un traguillo de vino. Y les dijo más o menos: siempre que os juntéis comed este pan y bebed este vino en memoria mía porque yo estaré con vosotros. Y tú, el sábado, estás invitado a comer de ese pan, aunque no veas a Jesús, pero en memoria suya y, bueno, cuando vayas cumpliendo años, si así lo deseas, podrás ir ratificándote, o no, en la decisión de ser amigo de Jesús, que hoy los mayores hemos decidido. Un gran abrazo y recuerda siempre el mensaje de Jesús: amor al prójimo.

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