SITUACIÓN DE ESTOS PROYECTOS DE INNOVACIÓN

La educación ambiental gana terreno en los centros educativos

Casi una veintena de colegios e institutos se han incorporado al programa ‘Aldea’ en este curso | La conexión con la naturaleza y la renaturalización de espacios, entre sus principales actuaciones

Alumnado del Colegio Séneca de Córdoba, en plena realización de una de las acciones de reforestación.

Alumnado del Colegio Séneca de Córdoba, en plena realización de una de las acciones de reforestación. / CÓRDOBA

Víctor R.H.

Los centros preocupados por el medio ambiente y ocupados con la educación ambiental crecen en Córdoba. En concreto, en el actual 2022-2023 son casi una veintena más que en el curso pasado los colegios e institutos que participan en Aldea, el programa de innovación educativa que pretende promover el desarrollo integrado de iniciativas de educación ambiental ante la situación de emergencia climática actual.

La forma de involucrarse en el programa ofrece dos variantes. Existe la Aldea B, cuya forma de participación es más sencilla, pero a la vez más limitada (programa educativo de categoría P2) y también la que más ha crecido en los dos últimos cursos -más de un 50%, pasando de 80 centros a 123. Por otro lado, está la Aldea A, que corresponde a un programa P1 y necesita muchos más requisitos y trayectoria para acceder a él.

Actualmente, son 40 los centros dentro de Aldea A -los únicos que se pueden llamar Ecoescuela- y los mencionados 123 como centros de Aldea B. En global, un 13% más respecto al curso 2021-2022 y un 43% respecto a los colegios e institutos que formaban parte del programa en el 2020-2021, primer curso afectado de lleno por la pandemia.

Si traducimos esos porcentajes en volumen de participantes, los centros cordobeses que son Aldea A hoy día movilizan unos 1.500 docentes y cerca de 13.000 escolares. Por su parte, los que son Aldea B alcanzan a casi 2.800 maestros y profesores y algo menos de 30.000 alumnos.

Ese mayor compromiso y afectación que supone el tipo A del programa se comprueba al comparar crecimiento de participantes: el incremento de 17 centros Aldea B y el de 2 centros Aldea A se traducen en la misma cifra de estudiantes -2.300 en cada caso- y en muchos más docentes implicados para dos nuevos centros (+220) que para los otros 17 (+60).

La conexión con la naturaleza y la renaturalización de espacios, el estudio y la lucha contra el cambio climático, el fomento del desarrollo sostenible y las relaciones del ser humano con su entorno social y natural (competencia ecosocial) son los ejes que vertebran el desarrollo de esta innovación.

Se persigue además que las acciones de las comunidades educativas de los centros contribuyan a una transformación hacia sociedades más justas, democráticas y sostenibles; lo cual permita, a su vez, lograr una educación integral que comparte y se asienta en los cuatro pilares educativos que propone la Unesco: Aprender a ser, aprender a convivir, aprender a conocer y aprender a hacer.

Las líneas de intervención que existen van desde la conservación y mejora de la biodiversidad o el ecohuerto y los ecosistemas forestales y flora silvestre, hasta el impacto del cambio climático, el medio litoral y el entorno marino y recapacicla, una educación para la circularidad.

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«Nuestro nivel de trabajo y la envergadura del programa es comparable con la del bilingüismo». Así ilustra Rafael Barasona, coordinador del programa ‘Aldea’ en el Colegio Séneca de Córdoba, la importancia de este proyecto de innovación en los centros llamados Ecoescuelas.   

«Tenemos una metodología específica y supone una transformación real del colegio. Hacemos transversal la propuesta. Todos los programas educativos se han impregnado de un marcado carácter ambientalista aquí».

Desarrollan sobre todo el concepto «ecosocial», que incluye acciones por el medio ambiente pero también actuaciones que beneficien al barrio, que ayuden a mejorar la vida de sus vecinos, de las personas en general. Como novedad, el reto de convertirse en centro con «residuo cero», lo cual pasa por reducir, reutilizar y reciclar para que todo tenga, al menos, una segunda vida. 

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