Entrevista | Héctor Sánchez García-Sarasa Autor del libro ‘¡No en mi instituto!’

«Me reafirmo en que hay que luchar por la causa que se cree»

Héctor Sánchez, con su libro ‘¡No en mi instituto!’, en Córdoba.

Héctor Sánchez, con su libro ‘¡No en mi instituto!’, en Córdoba. / ÓSCAR BARRIONUEVO

R. HITA

Este joven, ahora estudiante de Historia en la UCO, inició una petición de laicidad en las instalaciones del IES San Roque, de Dos Torres, que no fue atendida ni por el equipo directivo del centro ni por la Junta de Andalucía pese a contar con informes favorables de los Defensores del Menor y del Pueblo Andaluz. Ahora ha hecho libro su particular lucha.

¿Cuál fue la base de ‘tu lucha’?

Pedía la retirada de simbología religiosa en mi instituto porque no se respetaban derechos y libertades fundamentales, como el derecho a la libertad religiosa y de conciencia y el derecho a una educación laica, como se establece en el Estatuto de Autonomía; y el derecho a que se cumpla la aconfesionalidad del Estado, como dice nuestra Constitución.

¿Por qué publicar un libro?

Fue una idea de toda mi familia, quisimos que quedase recogido en un libro todo lo hecho y los escritos enviados cada semana al director con mi petición, para darle voz y que sirva mi experiencia.

¿Y cómo viviste esa experiencia?

Nunca encontré diálogo con la directiva; sin embargo, muchos docentes sí me apoyaban en privado...no se atrevían a hacerlo en público por miedo a represalias. Con mis compañeros, todo bien. En general, respeto y comprensión.

Entonces... ¿no lo pasaste mal?

No. Fue una experiencia dura pero me ha curtido; he aprendido, me ha aportado y he madurado con ella. Anteriormente me sucedió algo parecido en el colegio, cuando llegué con mi familia a Dos Torres, a mediados de Primaria. No ofrecían la asignatura de Valores, solo daban Religión, pero hablamos con el director de entonces y ahí sí escucharon nuestra petición y pude dar Valores.

¿Cuál es el mayor aprendizaje?

Me ha reafirmado en la idea de que hay que luchar por la causa en la que se cree, siempre y cuando sea algo bueno para la gente. Además, me ha servido para mejorar mi expresión, escrita y oral; para hablar en público, etc. Incluso pienso que me servirá en el futuro, puesto que me quiero dedicar a la docencia.

¿Encuentras el mismo nivel de compromiso en tus coetáneos?

Hay mucha gente a la que le da igual lo que pase, mientras no les afecte individualmente... Pero hay mucha gente también con gran conciencia y que defiende lo que piensa. Confío en que las generaciones que vienen van a ser mucho más críticas con las decisiones políticas, sociales, etc.

¿Algún mensaje para la gente menos comprometida?

Que luchen por lo que ellos piensen y no se queden a un lado ni siguiendo al rebaño, en una situación cómoda. Pido a los jóvenes tener pensamiento crítico y no estar callados ante algo que esté mal, hay que decirlo.

¿Te genera desesperanza el resultado de tu lucha?

Yo estoy muy tranquilo con mi actuación, que ha contribuido a que se conozca esta injusticia. Y, más que desesperanza, me da pena la situación, y lo lamento por los que vienen. En ese centro, o en cualquier otro de los que hoy en día mantienen la simbología religiosa, no se van a sentir incluidos ni musulmanes, ni judíos, ni incluso quienes no crean en nada.

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