Diario Córdoba

Diario Córdoba

aula hospitalaria

El ‘oasis’ educativo que aparece entre las ‘dunas’ hospitalarias

Un equipo docente hace que los menores ingresados en el hospital Reina Sofía sigan aprendiendo a través de unas clases muy particulares

Una docente lleva material lúdico y educativo a una habitación. CÓRDOBA

Cuando uno está enfermo, normalmente no tiene ganas de nada y menos de trabajar. Romper ese planteamiento y cambiar esa realidad es el reto que afrontan a diario Marián, Paqui y Jose. Son los tres docentes que forman el equipo del Aula Hospitalaria del Reina Sofía de Córdoba y que, a través de la motivación personal, su experiencia docente y un trabajo adaptado y personalizado a cada alumno, intentan sembrar en los pacientes más menudos del hospital las ganas de seguir aprendiendo.

Mari Ángeles Vega lleva desde 2020 en este servicio, y acumula años de experiencia en el ámbito de la educación compensatoria, de la que ha llegado a ser coordinadora antes de entrar en este equipo del Hospital Universitario Reina Sofía (HURS). Paqui Garrido ejerce aquí desde 2012 tras pasar por colegios ‘normales’ desde Huelva hasta Córdoba y haber dado clases en todos los niveles. Y José Mata es el más longevo entre las paredes del hospital, ya que llegó en 2005 tras mucho tiempo en aulas para alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo.

Su motivación e implicación con la particularidad de esta enseñanza, por entorno y circunstancias en las que se produce, es máxima. Siempre les ha llamado la atención ofrecer su enseñanza a estudiantes con problemas de salud, estar en centros de difícil desempeño y conocer una realidad como ésta, que coinciden en señalar que es muy dura pero gratificante a la vez.

Trabajo coral

A este servicio se le conoce pues como ‘Aula Hospitalaria’ e incluye toda esa labor docente y esa atención educativa que reciben los niños ingresados, aunque el ‘aula hospitalaria’ como espacio físico existe como tal, y está situado en la 2ª planta del Hospital Materno-Infantil. Es la parte conocida como «el colegio del Reina Sofía» por todas las familias que lo utilizan.

Los menores pueden realizar sus debes en el colegio del hospital. CÓRDOBA

Sus tres nombres propios son importantes pero no los únicos. Completan la plantilla de aula hospitalaria sus compañeras Isabel Libertad Rodríguez, en el hospital de Pozoblanco, y María Rosario Bujalance, en el correspondiente de Cabra.

Y, junto a ellos, más de una decena de maestros y profesores que se encargan de la denominada como «atención domiciliaria», que consiste en acudir a los hogares de los menores que tienen el alta hospitalaria pero no el alta médica.

Estos niños y jóvenes reciben la educación en su casa a través de la visita de estos profesionales, que cubren toda la provincia de Córdoba. Si las necesidades del alumnado que atender en casa es mayor a sus posibilidades, el servicio de atención domiciliaria se completa con recursos del PROA+ (Programa para la Orientación, Avance y Enriquecimiento Educativo).

Su objetivo principal es normalizar la estancia de los niños y niñas en el hospital y hacer que la asistencia de los menores a un centro hospitalario no les provoque una ausencia o una merma, en cuanto al aprendizaje, de su centro de enseñanza. «Somos una ampliación de su colegio o instituto y procuramos que el alumnado continúe su actividad escolar con la máxima normalidad posible», explica José.

Paqui, José y Marián, encargados de dar las clases en el hospital Reina Sofía. CÓRDOBA

Para ello, es fundamental la conexión y la coordinación con el centro de procedencia de cada escolar que pasa por el Reina Sofía; cosa que se produce cuando la estancia del menor en el hospital es de duración media (que está estipulada entre 7 y 21 días) y larga (considerada así cuando supera los 21 días). «Para estos casos, solicitamos las programaciones de su escuela y sus tareas diarias, que las hacen en el hospital. Igual sucede con los exámenes, que realizan aquí pero se envían al centro y son corregidos por su tutor y el resto de educadores», detalla José.

Según informa el equipo docente, su cobertura, sobre el papel, se circunscribe a Primaria y Secundaria, que son las enseñanzas obligatorias. No obstante, atienden también a niños de Infantil y jóvenes de Bachillerato si están ingresados.

Por otra parte, para los pacientes infantiles que están menos de una semana, existen fichas, ejercicios prácticos u otras actividades de refuerzo que se ponen a su disposición pero que no alcanzan ese trabajo continuado, ya que están ingresados pocos días.

Este año la novedad es que trabajan las emociones y el autoconocimiento con niños y jóvenes

decoration

Esta asistencia se completa con el plan motivacional, a cargo de una compañera, Ana, que cuida los detalles para mejorar todo lo posible la presencia de los menores en el hospital, contribuyendo a una acogida cálida, cercana y humana del menor en el centro, y con detalles como son sus celebraciones de cumpleaños, la organización de actividades lúdicas, talleres de manualidades, etc.

El día a día

«Lo primero que hacemos cada mañana es visitar cada una de las plantas de ingresos en el Materno-Infantil y comprobar qué niños y niñas pueden asistir a nuestro cole y, a quienes no pueden ir, se les da clase en las habitaciones», comenta Marián mientras habla de cómo les trasladan ejercicios de repaso u organizan actividades de aprendizaje que les permitan seguir con su rutina académica, además de la mencionada coordinación con sus centros funcionando a través de e-mail.

En el día a día, lo más complicado es ver a los niños con enfermedades graves y pasando dificultad. Y lo más duro, sin duda es «que se nos vaya un niño», lo cual ya les ha pasado este curso. Enfrentarse a eso es complejo, cuesta sobreponerse a las difíciles situaciones físicas y psicológicas que atraviesan niños y familias aquí. Lo vemos diariamente en muchos lugares, pero sobre todo en Oncología, Hematología, etc.

Para sobrellevarlo hay que centrarse en la vertiente docente, ‘aparcando’ un poco la más sensible para poder realizar el trabajo porque si no «es imposible». De hecho, cuentan que ha habido compañeras que lo han tenido que dejar porque no han podido separar esas dos cuestiones o no han sabido desvincularse de su actividad fuera del horario de trabajo y «llevarse todo lo que aquí vivimos a casa supone un sufrimiento con el que lo pasas mal y al final no puedes tirar para adelante».

Mucho positivo

Pero su trabajo tiene muchos momentos que dejan buen sabor de boca y definen este Aula Hospitalaria de una manera muy especial: «Es un oasis dentro del hospital, un sitio en el que no le pinchan ni le hacen daño ni lo pasa mal. Aquí se relaja y se encuentra en un ambiente que le resulta familiar, que es el ambiente escolar». Se trataría de algo así como una vía de escape de ese escenario tan necesario, como a la vez indeseado por ellos, de pruebas, tratamientos, intervenciones, medicaciones, etc.

«Lo más bonito, estar con ellos, compartir tiempo, ayudar a cambiar un poco su realidad, ver cómo les cambia la cara al entrar por la puerta del aula, cómo les nace una sonrisa y que quieran venir al colegio todos los días», añade Paqui. Y que estudien, comprobar sus ganas de seguir aprendiendo y mejorando. Incluso hacen amigos, se adaptan rápidamente a todo: materiales, compañeros, etc. «Verlos aprobar los exámenes y, sobre todo, superar su enfermedad cuando es posible, es fantástico. Aspiramos a que les sirva de desconexión de su dolencia y normalicen su estancia aquí lo máximo posible», completa Marián.

A esto se unen gratas sorpresas, como cuando muchos de ellos se pasan por el cole a saludarlos. «Gusta cuando guardan un bonito recuerdo de su paso por nuestra aula e incluso priorizan visitarnos a nosotros antes que pasar por la consulta médica».

Un caso muy llamativo que relatan fue el de un hombre, ya de más de 30 años, que se pasó por el Aula Hospitalaria para reconocer y agradecer su trabajo: «Nos explicó que fue trasplantado en el Reina Sofía, que durante su estancia pintó un cuadro y que lo tenemos aquí colgado. Hay muchas anécdotas que contar», nos dicen.

Emociones a flor de piel

Este año, como novedad, están trabajando las emociones y el autoconocimiento, ahondando en la inteligencia emocional de los niños. «La actividad la hacemos con una perspectiva educativa, no clínica, y sobre todo con los niños a quienes pensamos que les puede beneficiar». «Las emociones aquí están a flor de piel y vemos útil trabajar este recurso con el alumnado directamente», explican».

Los maestros apoyan la actividad de los niños. CÓRDOBA

Identifican y validan emociones, explican cómo se pueden sentir y hay cuentos sobre cada emoción en concreto. «Se los leemos y después hay trabajo de reflexión, conversación, etc. Lo valoran positivamente, los escolares lo están encajando bien y les gusta».

Respecto a su estado, afirman sentirse bien y atendidos. «No nos suele faltar de nada porque Educación y el hospital nos nutren de material y recursos; y contamos con un espacio grande y adecuado». Valoran y agradecen las numerosas donaciones de libros, material escolar o juguetes que reciben de personas anónimas.

Rebuscando, detectan estar escasos de juegos didácticos por una sencilla razón: «prestamos juegos y algunos niños se piensan que es un regalo... y acabamos haciéndoselo, no les vas a privar de la ilusión de ese juego nuevo».

Un ejemplo curioso y material de lo que se llevan del aula hospitalaria, pero tan solo una pequeña muestra de lo que realmente se llevan de esta experiencia humana y educativa cuyos beneficios totales para niños y jóvenes son, a buen seguro, de un valor incalculable. Y si tenemos que ponerle nota -pues estamos hablamos de un colegio-, sería de sobresaliente.

Compartir el artículo

stats