En el colegio público Obispo Osio, un centro de educación Compensatoria en el barrio de Moreras, «no se insulta, no se agrede y no se sufre» pero «no huimos del conflicto, lo afrontamos» porque «todos somos responsables de estar bien, lo que ocurre es responsabilidad de todos». Así lo cree la directora de este colegio, María José Fernández, que defiende entusiasmada un proyecto, Cero Insultos, que ha cambiado por completo el ambiente de convivencia y paz en el centro, desde que se implantó hace tres años. El alumnado y profesorado al completo, desde Infantil a sexto de Primaria, ha interiorizado este programa, que tiene himno, mascotas y camisetas, y que está siendo demandado ya por unos 20 centros de la provincia, con los que se quiere crear una red dentro de Escuela, Espacio de Paz.

La directora explica que fue el profesor de Educación Física, Miguel Ángel Fernández, el que le planteó el proyecto, del que es autor, cuando llegó al centro, tras haberlo desarrollado en el colegio de Los Mochos. «En un colegio de Compensatoria la convivencia es el eje estructural, así que cuando vi el proyecto creí en él, vi que podía funcionar», dice María José Fernández, de ahí que lo planteara al Claustro y al consejo escolar, que le dieron el visto bueno. Asegura que «el método es sencillo, rápido, eficaz, divertido y no genera ansiedad».

Así lo explican: «Imaginemos que un alumno se acerca a otro y le insulta. El alumno ofendido, con un simple gesto (realizando un cero con la mano en alto) y el pronunciamiento de la frase «¡Cero insultos!» responde al agresor o agresora y le obliga a rectificar, ya que al mismo tiempo todo el alumnado presente ha gritado «Cero Insultos» y se ha situado junto al compañero ofendido. Así conseguimos parar la agresión y generar un espacio de reflexión. Al mismo tiempo, hacemos visible ante el grupo y el profesorado a aquel alumnado que ha sido insultado y al que insulta. De esta forma el alumnado que en principio era simple espectador pasa a ser miembro activo evitando que continúe el insulto o la agresión acompañando al alumno agredido verbalmente y restando energía al agresor».

De esta forma, un simple gesto realizado implica empatía y protección al alumnado agredido. Y al mismo tiempo, «al ser un código consensuado y validado por todos, desaparece la figura del chivato, ya que todo el alumnado lo puede utilizar en un momento determinado», asegura Fernández.

Atractivo

Es atractivo, porque el rap y el videoclip realizado llama mucho la atención al alumnado y les motiva para seguir con el método. Lo mismo que las mascotas para Infantil, Défender y Panki. Además, consigue con una única acción algo importante ante una situación de acoso o insulto: por un lado, protege al alumnado agredido y por el otro resta energía al que insulta. Su efectividad se basa en la acción del público que pasa de ser mero espectador a protector. También dota a aquel alumnado que no tiene capacidad de responder a un insulto o que no quiere con una herramienta validada por todo el colegio que funciona.

Resultados

La directora del CEIP Obispo Osio asegura que se están viendo resultados muy positivos. Se han reducido los partes de incidencia en Séneca un 80%; ha aumentado la comunicación del alumnado hacia el adulto en relación a situaciones en las que se les ha faltado el respeto o se han sentido agredidos u ofendidos; ha mejorado la asistencia al centro y se ha reducido el absentismo escolar, entre otras evidencias.