Hoy, Día Internacional del teatro, no podemos dejar pasar las ventajas que su práctica tiene en el aula donde va alcanzando metas muy estimables puesto que, en general, ha dejado de ser una actividad extra para días extras, pasando, en gran medida, a formar parte de la práctica escolar como estrategia desencadenante de importantes y múltiples valores y objetivos.  El teatro en el aula no pretende, pues, hallar o preparar buenos actores, sino proveer al sujeto de una serie de conocimientos, aptitudes y habilidades que mejoren su autoestima y sus relaciones con el medio que le rodea, lo cual se llevará a cabo mediante la práctica teatral convertida en foro lúdico por ser el juego la base de la actividad infantil y de gran parte de la actividad humana. Por otra parte, la práctica del teatro en el aula como instrumento para una educación integral de la persona supera muchos los límites actuales de los métodos de enseñanza. Hay una frase de García Lorca que me gusta especialmente. Dice: el teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse humana, habla, grita, llora, ríe...Y Gabriel Robles de Lara, a propósito del teatro en el aula, dice: el taller de teatro o la metodología teatral se convierte en un excelente complemento, y es más, puede significar un elemento fundamental para el trabajo educativo y para la misma vida. Hay que tener presente que muchos pensadores han reflexionado sobre el hecho de que las personas se comportan como actores que representan roles en la vida cotidiana. La práctica del teatro en el aula es, pues, una oportunidad de actuar que brindamos, tanto a pequeños como a mayores, lo que equivale a elevarlos a la categoría de ser protagonistas de algo que jamás olvidarán.   Hoy por hoy, el teatro es una materia optativa encuadrada dentro del currículo a la que, no obstante, se accede con dificultad por una mala interpretación que hacemos de esta disciplina.