Si queremos adultos que piensen por sí́ mismos, debemos educar a los niños para que piensen por sí́mismos, dice el filósofo y educador M. Lipman. Y siguiendo este pensamiento considero de sumo interés el transferir a los educadores la urgencia de poner en marcha la dinámica que favorezca esta comunidad de indagación que no se propone, precisamente, convertir a los niños en filósofos sino en conducirlos hacia el desarrollo de una actitud critica, objetiva, constructiva... Es decir, la educación debe tender al desarrollo de seres humanos capaces de evaluar el mundo y a sí mismos, aportando cambios, sugiriendo soluciones, creando contextos donde todos puedan expresarse en libertad, tolerancia y entendimiento. Los educadores de hoy tienen que ser conscientes de la necesidad de preparar a los niños para que puedan renovar creativamente la sociedad. Por más vueltas que le doy en mi larga vida profesional, no puedo entender estos Sistemas Educativos que cargan a los alumnos, sobre todo en institutos, de tareas que ni tan siquiera son capaces de leer y muchísimo menos, comprender, los alumnos. ¿Cómo se puede pedir, por decir algo, que escriban poesía, cuando nadie les ha leído ni tan siquiera una sencilla estrofa? Antes de obligar a los alumnos al enfrentamiento que vienen a resultar los contenidos que se les exigen, hay que enseñarlos a comprender, a pensar, hablando con ellos, haciéndoles razonar, asegurándonos de que han comprendido nuestras rutinarias explicaciones que los aburren, porque dos más dos siguen siendo cuatro, pero no se aprenden recitando y escribiendo tablas ciento de veces. Quiero decir que el Profesor tiene que reformar su pensamiento para adaptarlos a una nueva pedagogía en la que el comprender sea la base del saber, porque de otra manera se está provocando la estampida de alumnos en busca de un grado, de la tan desprestigiada antes, Formación Profesional.