Los niños y adolescentes tienen problemas como los adultos, pero las expresan en forma diferente. De ahí la importancia de conocer cómo se pueden manifestar en ellos, para así detectarla al tiempo y buscarle ayuda. En este tema son muchas las veces que los maestros son los primeros en darse cuenta de los síntomas. Los problemas infantiles o de adolescentes se manifiestan de manera diferente que en los adultos, y los síntomas son muy diversos.Me voy a valer de una experiencia vivida en una de mis aulas. Me llegó un alumno de quince años con muy bajo rendimiento académico, al tiempo que pude observar un desinterés por convivir, compartir juegos o tareas con los compañeros. Tampoco hablaba ni tan siquiera conmigo. A todo respondía con un sí o un no o simplemente encongiéndose de hombros. Siempre en silencio, atendía y con un mínimo de rendimiento lo iba sacando adelante. Un día se me ocurrió repartir periódicos y revistas, al fin de que cada uno recortase la imagen que más le gustara. Aquel alumno recortó a un político con un micro en la mano. Sinceramente, me sorprendió. Aquella imagen de periódico, en blanco y negro, desapercibida para cualquiera y elegida por él, sin duda, conllevaba un mensaje. La estudié y un día le pregunté: ¿te gustan los políticos? No - me contestó con la cabeza-. ¿Te gustan, entonces los micros? Sí -contestó, asintiendo con la cabeza-. No sé cómo fue, pero intuí que su problema era hablar. Le pedí que por escrito me contara por qué le gustaban los micros y qué haría si tuviera uno. Muy escuetamente, contestó_ para poder hablar sin que se rían de mí. Fue entonces cuando caí en la cuenta del problema de aquel alumno: era tartamudo y arrastraba muy malas experiencias. Le compré un micro y lo puse en manos del logopeda. El problema mejoró notablemente hasta ser hoy una persona de habla normal. Posibles milagros del amor.