«Madurar es poner alas al alma». Esta es la frase con la que Manuel Matas Moreno, Manu para los amigos, empieza uno de los 18 capítulos de su libro Desde el balcón del cielo, intenso, apasionado, lleno de metáforas, de comparaciones y recuerdos, algunos más dulcificados que otros por el tema tan arduo y difícil de tratar, como es la adicción al alcohol, vista desde los ojos de un adolescente hacia su progenitor y, a pesar de esta grave enfermedad, difícilmente aceptada en la sociedad debido a los cambios psicológicos y la inestabilidad de carácter que cualquier persona con estas connotaciones conlleva.

Manu matiene una gran relación y unión con su padre, gracias al diálogo, la entrega y el amor. Con esta interrelación y charlas con su progenitor, Manu busca un pedazo de ternura y un pedazo de dolor, como él mismo dice, sin ahondar en el trasfondo de por qué ciertas personas se ven abocadas a padecer cualquier tipo de adicción, sino a tratar de amarlas y comprenderlas tal y como son.

Esto es lo que Manu logra con un padre sensible, soñador, cantaor de flamenco y con grandes sueños anclados en el camino como el de querer ser boxeador.

Su padre le enseña a amar la vida de un modo distinto y, sobre todo, a saber esperar. «La vida es una continua espera, de la que si quieres salir victorioso, tienes que aprender a esperar».

Pero también le enseña a ser resiliente, a confiar en la amistad y es por ello que muchas veces Manu en el libro habla a través de la filosofía de su padre, que de algún modo le comparaba las cicatrices que nos va haciendo la vida con las propias raíces y cicatrices de los árboles, puesto que era jardinero de profesión.

Lo mejor que tiene el libro es que Manu, cuando empezó a escribirlo, era tan solo un adolescente de 18 años y ha demostrado una gran madurez y sapiencia tanto en saber sobrellevar la enfermedad de su padre como en el modo de expresar sus vivencias con una bella narrativa y técnica.

Es por ello que tanto la actual concejala de Cultura del Ayuntamiento de Priego de Córdoba, Jezabel Ramírez, como yo, vimos conveniente y casi necesario que el libro estuviera puesto como uno de los libros de lectura en los colegios y en los institutos, por los valores que transmite y porque podemos observar a través de su lectura, cómo se puede ayudar con esta obra a cantidad de chicos y chicas, a madurar y a sacar provecho de las relaciones y pruebas difíciles que nos presenta la vida.

El libro, además, tiene una cantidad de comparaciones y metáforas increíbles, fabulosamente explicitadas al igual que una excelente narración. Le auguro un gran éxito y como docente y escritora que soy, doy fe de que el libro merece la pena leerle y releerlo, por tanto animo a su lectura y difusión como realmente se merece.

(*) Docente jubilada, poeta y presidenta de la Asociación mundial de escritores por valores (AMEV).