Sin lugar a dudas, uno de los mayores retos que afrontamos los docentes en la actualidad es la ardua labor de impartir nuestras respectivas asignaturas a un grupo de alumnos que, con el progreso de la sociedad y el paso de los años, han dejado de ser homogéneos y, de hecho, están empezando a ser cada vez más variados y más diversos, tanto en sus formas de aprender como en sus aptitudes (y actitudes), lo que nos conduce a una situación bastante problemática (y no exenta de polémica) que no siempre es fácil de resolver.

Atender a la diversidad en un aula siempre es difícil, pero siempre existen una serie de actividades, técnicas y recursos que podemos utilizar a la hora de trabajar con los chicos, sea cual sea la asignatura impartida. En este caso hablaremos de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura, en concreto.

Para trabajar los contenidos de Lengua en mi clase de 2ºB, frecuentemente uso el libro en clase como hilo conductor de los temas que tratamos y de los contenidos que se contemplan en la programación, sin embargo, es muy frecuente el descubrir sobre la marcha que a determinados alumnos se les hace más difícil que a otros seguir ciertas explicaciones y, más concretamente, hacer determinados ejercicios de gramática, y, lo que a mí personalmente me resulta más preocupante, comprender los textos propuestos en clase, esto es, hacer una lectura comprensiva de lo que se está leyendo en clase. A veces, el problema más frecuente no es ya que no sepan leer a un ritmo y con una entonación adecuada, sino que realmente no se enteran de lo que acaban de leer. ¿Qué podemos hacer en estos casos? Bien, aquí tenemos algunas técnicas que desde mi experiencia personal ayudan bastante a tratar la diversidad:

Hacer intervenir a los distintos alumnos y alumnas teniendo en cuenta su nivel de respuesta, es decir, plantearles tareas y preguntas que realmente vayan a ser capaces de resolver de forma autónoma. "No se le pueden pedir peras al olmo", como expresa el dicho popular, por lo que deberemos hacer participar a todos por igual pero variando el tipo de pregunta que se les plantea en función de sus respectivos niveles de competencia.

Por ejemplo, a un alumno con problemas de vocabulario o al que le cuesta expresarse con corrección, le plantearemos preguntas y tareas de respuesta más fácil y limitada, mientras que a una alumna que sea capaz de razonar sus respuestas con cierto nivel de complejidad le exigiremos cuestiones y tareas que admitan una respuesta más abierta, más libre.

Usar ejercicios de gramática graduados para distintos niveles de competencia, esto es, asignar los ejercicios que veamos de más fácil respuesta a aquellos alumnos en concreto que sepamos que tienen problemas con la gramática, y dejar los más complejos para los más rápidos y avanzados.

Usar siempre los mismos textos para todos los alumnos a la hora de trabajar la lectura comprensiva, (de lo contrario las diferencias serían demasiado evidentes, ellos lo perciben y no les gusta sentirse discriminados), pero eso sí, adaptando el tipo de preguntas y cuestiones propuestas al tipo de habilidades de cada chico. Algunos alumnos, por poner un ejemplo, tienen verdaderas dificultades a la hora de trabajar cuestiones relacionadas con el vocabulario o la gramática, pero sin embargo y de manera paradójica parecen desenvolverse con cierta facilidad con cuestiones relacionadas con el razonamiento lógico, la deducción o la búsqueda de ideas clave dentro del texto.

Así pues, en resumidas cuentas, de lo que se trata, en mi opinión, no es de "dividir la clase" o "impartir clases particulares" centrándonos en los buenos como nivel estándar y dejar por perdidos a los peores, sino de hacer participar a todos por igual pero fomentando siempre de manera inteligente y creativa todo lo bueno que cada chico o chica pueda aportar al resto de la clase.

Por supuesto que se trata de algo aparentemente fácil de decir pero extremadamente complicado de conseguir en la práctica, pero con un poco de esfuerzo, creatividad y (sobre todo) paciencia se pueden conseguir buenos resultados a la larga.

Eso sí, a la hora de evaluar los resultados, deberemos tener en cuenta lo que cada uno se ha esforzado y lo que han aportado individualmente dentro de sus capacidades, nunca aplicando el mismo rasero para todos, porque, entre otras cosas, sería injusto y absurdo.

Frecuentemente, se suele decir que "cada persona es un mundo", y yo diría por extensión que si esto es cierto, aún lo es más que "cada niño es un universo", por lo que no podemos perder de vista el hecho de que a cada chico y a cada chica deberíamos evaluarlos dentro de sus posibilidades y según su esfuerzo personal, que no siempre arroja los mismos resultados.