Los sueños son sumamente necesarios e importantes, dice G. Lucas, porque nada se hace, nada se consigue sin que antes se imagine. Hace unos 20 años, cuando por primera vez me senté ante un ordenador, tuve un sueño: que todas las aulas de Andalucía fueran espacio de luz, progreso- Que todos, de la mano de sus maestros accedieran a las nuevas tecnologías, ilusionados con las posibilidades que las nuevas herramientas les proporcionaban.

Un sueño que dejaba atrás tantas penurias como había vivido y soportado la escuela pública. Hoy, lejos de la enseñanza presencial, que no de los variopintos temas relacionados con la educación, hago mías las palabras de Amado Nervo: yo he vivido mucho porque he soñado mucho.

Sí, superada por la dura realidad, mi esperanza y mi perseguido deseo, lograr dignidad y bienestar, como pilares necesarios e imprescindibles, tanto para profesores como para alumnos, pero tan solo con sueños no se avanza.

Hay que hacer camino con decidido y constante afán de perseguir lo imaginado, lo soñado, lo que en una clarividente intuición nos guía hacia el futuro como único horizonte. No todo está terminado.

Yo creo, más bien, que, al fin damos los primeros y pequeños pasos, pero certeros, por el cambio que precisa nuestro sistema educativo. No, no son tan solo los ordenadores que la Junta, con esfuerzo económico, pone en manos de los alumnos, ni son tan solo las nuevas tecnologías la panacea que ponga fin a los grandes problemas educativos, porque en ese día que ya amanece, los alumnos, todos, serán siempre el objetivo por excelencia al que, con grandes dosis de humanismo y creatividad dirijamos, de cara a su realización íntegra como personas libres y autónomas: Un sueño necesario.