Una corriente de malestar generalizado recorre la enseñanza obligatoria, Primaria y Secundaria, y se agudiza en los institutos de enseñanza Secundaria.

El malestar se pone de manifiesto en la conciencia social de fracaso escolar de los alumnos y alumnas de Secundaria, en la desmotivación de profesores y profesoras de los institutos, en la impotencia ante la pérdida de autoridad de los docentes, en la escasa o nula valoración de la función docente por parte de los alumnos, los padres y la sociedad, en la conflictividad en las relaciones entre profesores y alumnos o entre profesores y padres, etcétera.

El malestar docente no tiene la misma intensidad en todos los institutos ni en todo el profesorado, pues a los dieciocho años de su implantación, la educación Secundaria se ha consolidado y tanto los institutos como el profesorado prestan un servicio público con la calidad que exige la legislación vigente, otra cosa muy distinta es el desfase del currículo actual de Secundaria con la necesidades educativas de la sociedades actuales y con la complejidad y conflictividad de las mismas.

Pero aún quedan profesores descontentos que manifiestan abiertamente su desagrado y animadversión hacia la ley que implantó la educación Secundaria hasta los dieciséis años, la Logse, y hacia los pedagogos y psicopedagogos de los departamentos de orientación de los institutos y de los equipos de orientación educativa.

Este grupo de profesores, algunos se muestran partidarios de pedir perdón por enseñar y otros de enseñar desde la trinchera, culpan a los pedagogos del malestar que existe en la enseñanza Secundaria Obligatoria, sólo admiten la criba selectiva del antiguo Bachillerato de la Ley de educación de 1970 y no están de acuerdo con la ampliación de la escolaridad obligatoria desde los catorce a los dieciséis años. Estos nostálgicos del sistema educativo de la Ley de 1970 añoran la calidad de la enseñanza que recibían los alumnos y las alumnas en la EGB por parte de los maestros y maestras que formaban, educaban y enseñaban a todos los alumnos y alumnas de la enseñanza obligatoria de entonces, pero no dicen que estos maestros recibían una formación pedagógica durante los tres años de carrera y estaban apoyados por los equipos de orientación educativa constituidos por pedagogos, psicólogos, asistentes sociales, etc.

En síntesis, que la EGB que añoran estaba a cargo de maestros y pedagogos cuyas funciones se concretaban en formar y educar a los alumnos hasta los catorce años para iniciar los estudios de Bachillerato, las enseñanzas de formación profesional o incorporarse a la vida social y al mundo del trabajo. La educación Secundaria Obligatoria hasta los dieciséis años es un derecho de todos los españoles y el principio de equidad o de igualdad de todos ante la educación no puede llevarse a cabo sin los servicios de apoyo educativo y los departamentos de orientación, formados por pedagogos, psicopedagogos, maestros de educación especial, asistentes sociales, etcétera, entre cuyas funciones cabe destacar las siguientes: asesorar a los profesores tutores sobre el plan de acción tutorial con los alumnos y las familias, asesorar a profesores y alumnos sobre el futuro académico y profesional de los alumnos al finalizar la educación Secundaria, realizar la evaluación psicopedagógica para la atención a los alumnos con necesidades especiales o con sobredotación intelectual, colaborar con el profesorado en la prevención y detección de dificultades educativas contribuir a la elaboración de programas educativos individualizados, adaptados o diversificados, atender a los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales, colaborar en la resolución de conflictos y mediación escolar, etc.

La finalidad de la educación Secundaria Obligatoria se concreta en lograr que los alumnos y las alumnas adquieran los elementos básicos de la cultura, especialmente en sus aspectos humanístico, artístico, científico y tecnológico; desarrollar y consolidar en ellos hábitos de estudio y de trabajo; prepararles para su incorporación a estudios posteriores y para su inserción laboral y formarles para el ejercicio de sus derechos y obligaciones en la vida como ciudadanos.

Esta finalidad es la misma que tenían los colegios de educación general básica y la que tienen actualmente los institutos de educación Secundaria.Tal vez nuestros legisladores no tuvieron en cuenta, al promulgar la actual ley de educación, ni la complejidad de la sociedad ni las carencias y limitaciones del sistema educativo vigente, cuya problemática se manifiesta con más intensidad en los institutos de educación Secundaria.