El artículo firmado por D Carmen Aumente y publicado en el diario de su digna dirección el pasado día 15 de enero, se recogen unas declaraciones del presidente de la APDH, D. Miguel Santiago Losada que, en determinados aspectos, nos exigen algunas matizaciones como profesionales que ejercemos nuestro trabajo en el IES Guadalquivir. Naturalmente, estamos de acuerdo con buena parte de las afirmaciones del Sr. Santiago, lógicas además en quien, como nosotros, pertenece al personal docente de la CEJA; clara está la conveniencia de la ampliación de los Programas de Garantía Social, el control del absentismo o la potenciación de los programas de Diversificación Curricular, éstos a expensas en su futuro de la nueva legislación que tan notable debate está suscitando en todos los sectores dela comunidad escolar. En otro orden de cosas, pocos como nosotros, que a fin de cuentas somos los que trabajamos "a pie de obra" en un instituto de Zona de Actuación Educativa Preferente, podemos suscribir su aseveración de la necesidad del "reconocimiento del déficit sociocultural como causa de necesidades educativas especiales".

En lo que ya discrepamos es en el hecho de que, según el Sr. Santiago, sea "interesante --refiriéndose a nuestro instituto-- que el alumnado tuviese la facilidad de matricularse en otros centros", aunque, ya de por sí, todos los alumnos/as pueden inscribirse en cualquier instituto, siempre que éste disponga de plazas vacantes. No podemos opinar en la problemática concreta que afecta al IES Tres Culturas que cita el presidente de la APDH, pero en lo que hace al IES Guadalquivir nos asiste todo el derecho y la experiencia para rechazar dicha opinión. Nuestro instituto escolariza al alumnado procedente de nuestros centros adscritos, ubicados en el Polígono Guadalquivir y el entorno de la calle Torremolinos. Son chicos y chicas criados en ese ámbito deficitario al que se refiere el entrevistado --aquí en Córdoba podemos proclamar que "el Sur también existe"--, pero a los que se atiende con todo rigor y profesionalidad por un personal docente, buena parte de él curtido ya a lo largo de los años de experiencia profesional, que día a día, junto a nuestros propios alumnos/as y con los medios, suficientes aunque siempre mejorables, que recibe de la Consejería de Educación, se esfuerza para que nuestro instituto no se convierta en ese "gueto" al que se hace mención, conscientes de que la labor que desempeñemos en un medio mucho más difícil que el que rodea a la mayor parte de nuestros compañeros/as de profesión no se limita a una simple tarea educativa o formativa en valores, sino que va acompañada de un alcance social que, entre otras cosas, coadyuva a paliar ese déficit sociocultural que menciona el entrevistado.

La titulación de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria no es sólo la primera que en no pocos casos entra en los hogares de nuestros alumnos/as, sino que es la vía de acceso tanto para nuevos estudios como para la inserción en el mercado laboral que las economías familiares demandan en numerosas ocasiones.

Por todo ello, desde este IES Guadalquivir no estamos seguros de que las medidas propuestas por el Sr. Santiago sean la solución; antes al contrario, apostamos por el futuro de nuestro centro --y seguramente de otros muchos de nuestra comunidad--, requiriendo tanto de las autoridades educativas como del conjunto de la sociedad un esfuerzo más que, además de impedir que nos convirtamos en ese temido "gueto", nos permita la mejor adecuación de las instalaciones, la progresiva reducción de la ratio en el aula o el reconocimiento de la especial tarea de tantos profesores que en nuestra diaria labor sentimos de qué manera se hacen realidad las palabras del que fuera ministro de Educación galo, André Marie, quien al referirse a la labor docente la definió como "una profesión donde no se permite la mediocridad, donde lo excelente resulta apenas suficiente, una profesión que agota pero vivifica, que desespera pero exalta, una profesión en la que el saber no es nada sin amor, donde el amor es estéril sin fuerza de espíritu, una profesión a la vez tranquilizante e implacable, ingrata y llena de encanto".

Haciendo nuestro este espíritu y con los medios realmente adecuados, centros como el instituto Guadalquivir nunca serán "guetos educativos".