Desertificación

La despensa de Europa peligra: el 5% de las tierras agrícolas desaparecerá en España en 2030

El aumento del regadío contrasta con el avance implacable de la desertificación del suelo español, los expertos alertan de que el modelo no es sostenible y que es obligado girar hacia otros cultivos

Finca del cultivo de fresas al norte de la Corona Forestal de Doñana, en Lucena del Puerto (Huelva).

Finca del cultivo de fresas al norte de la Corona Forestal de Doñana, en Lucena del Puerto (Huelva). / EFE

Isabel Morillo

Los expertos alertan de que ser la huerta de Europa nos acabará condenando a ser su desierto. El cambio climático avanza inexorable y la desertificación es ya una realidad que amenaza al 20% del suelo español. Sin embargo, las estadísticas señalan que mientras que la superficie cultivada retrocede, bajando un 3% desde 2008 a 2018, según los datos recogidos en la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación, aprobada en junio de 2022 por el Ministerio para la Transición Ecológica, aumentan los cultivos que necesitan más agua. Se registra un incremento de los frutales no cítricos, y dentro de estos, del almendro, el pistacho, el aguacate y el mango, que han experimentado “un gran auge de superficie en los últimos años”.

Andalucía, la comunidad junto a las Islas Canarias más amenazada por la desertificación, tenía en la última estadística del Ministerio de Agricultura un 40,2% de su superficie total cultivada (3,5 millones de hectáreas) y de esas un 31,84% dedicadas al regadío (1,12 millones de hectáreas). ¿Es sostenible cultivar mango o aguacate, frutos muy exigentes en sus necesidades de agua, en la Axarquía de Málaga o en la Costa Tropical de Granada? ¿Es normal que la mayor producción de frutos rojos, propios en su origen de un clima húmedo como Escocia, se dé en Huelva? Doñana es un símbolo pero no solo está ocurriendo en el entorno del Parque Natural. El problema se extiende en otras muchas zonas de España.

Perder votos

Javier Martínez Valderrama, investigador en la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC, uno de los mayores expertos en desertificación del país, acude a una frase de Jean-Claude Juncker, expresidente de la Comisión Europea: “Sabemos lo que hay que hacer, pero no sabemos cómo ser reelegidos después de hacerlo”. “Sabemos lo que hay que hacer pero no cómo decirlo a la gente para no perder votos”, explica al hablar de desertificación en España. “No es solo Andalucía. En Extremadura hemos pasado de 500 hectáreas de viñedo de regadío a 20.000. Una vez que los agricultores tienen derechos de agua la piden, se sienten legitimados. El regadío es cinco veces más productivo que el secano”, explica el experto del CSIC. La directiva de aguas de la Unión Europea, del año 2000, ya deja claro que se pueden seguir construyendo embalses o desaladoras pero que los estados miembros deben de dejar de proveer el agua y que quien la use, pague. Es un cambio de mentalidad que no ha calado aún en España.

Detrás de este modelo de agricultura intensiva está lo que la organización agraria COAG ya ha bautizado como la 'uberización' del campo español, los agricultores acaban funcionando como falsos autónomos al servicio de grandes multinacionales, como los ´'riders' o los conductores de multinacionales del VTC. Las estadísticas de renta per cápita del Instituto Nacional de Estadística apuntan a municipios del Poniente Almeriense como Níjar, Vicar o El Ejido, donde la agricultura intensiva bajo plástico triunfa, como los que arrojan peores datos de riqueza en Andalucía. “Es un modelo que no es rentable ni medioambiental ni socialmente” y “la naturaleza se acabará imponiendo”, advierte Martínez Valderrama.

Tres décadas de estudios y avisos

Detrás de la desertificación no solo está el cambio climático o la sequía sino que hay una parte humana muy importante, subrayan todos los estudios. La ONU selló su lucha contra la desertificación en una convención internacional en 1998. Una década más tarde España firmó su primer plan nacional, en 2008, y ya en ese documento se identificó la gestión de la agricultura como clave. Otros paisajes de la desertificación sí han cambiado. Por ejemplo, el sobrepastoreo ha ido desapareciendo a favor de macrogranjas de ganadería intensiva que traen otros problemas. “El ganado ya no pasta en el campo sino que se alimenta por ejemplo de soja que viene de Sudamérica, donde sufren la tala los grandes bosques subtropicales. En este caso la desertificación se deslocaliza. Sigue siendo un problema pero fuera del país”, explica el experto del CSIC. Otras realidades como la agricultura intensiva o el abandono del suelo, que se convierte en víctima de grandes incendios por el éxodo rural hacia las grandes ciudades, siguen constantes en el análisis de la situación en España. "Son paisajes de desertificación que en España se han consolidado”, señala Martínez Valderrama.

El documento último del Ministerio debe aún desarrollar los grandes planes tras hacer un diagnóstico certero. En esos coinciden expertos que han colaborado en el documento, en que el examen de la situación es bueno pero al final no se toman medidas y todo acaba politizado. “Ahora se convoca la Mesa de la Sequía. En un momento límite, de desesperación, con elecciones a la vuelta de la esquina. Eso es como ir al supermercado sin haber comido, con mucha hambre y sin una lista de la compra”, ejemplifica de forma gráfica Martínez Valderrama. El mapa de riesgos está claro. Faltan las soluciones.

Mejor regadío pero más agua

En la estrategia contra la desertificación aprobada por el Ministerio se señala que la “existencia de regadíos rentables y sostenibles puede contribuir a evitar el abandono de las superficies agrícola, contribuyendo al mantenimiento de la población en el medio rural”. “No hay que criminalizar a los agricultores”, señala Martínez Valderrama, aunque las evidencias apuntan a que la conversión del campo español al regadío no es sostenible. El Gobierno apuesta por la “modernización y mejora de regadíos” y organizaciones agrarias como Asaja destacan que en Andalucía, donde se localizan casi una de cada tres hectáreas de regadío de España, es la comunidad “con más superficie de riego eficiente”. “Ha crecido el riesgo localizado (26,37%), implantado en 429.617 hectáreas nuevas desde el año 2010, en línea con la política de uso eficiente del agua”, señalan desde esta organización agraria. “En la superficie total en España, los riegos más eficientes suponen cerca del 77 %”, defiende Asaja.

El experto del CSIC corrobora la mejora de las técnicas de riego pero avisa de la paradoja de Jevons aplicada al agua: “A medida que el perfeccionamiento tecnológico aumenta la eficiencia con la que se usa un recurso, es más probable el aumento del consumo de dicho recurso que una disminución”. Cada vez el riego es más sostenible pero cada vez se necesita más agua porque hay más superficie de regadío. “Haría falta un análisis sosegado del modelo, eso es lo que se necesita en España”, advierte el científico de la Estación Experimental de Zonas Áridas.

El 22% del suelo español

El diagnóstico de la estrategia nacional de desertificación deja pocas dudas: “Los efectos del cambio climático conducen a un escenario de aumento general de la severidad de las sequías, tanto meteorológicas como hidrológicas”. Las sequías serán cada vez más frecuentes, de forma más intensa hacia el sur peninsular y en los archipiélagos.

Las tierras dedicadas a cultivos suponen ahora mismo el 33,1% del total de superficie de España (16,8 millones de hectáreas). Actualmente la superficie regada en España es de 3,8 millones de hectáreas, un 22,63 % de las tierras de cultivo y un 7,57 % de la superficie geográfica. Comunidades como Canarias y la Comunidad Valenciana presentan superficies de regadío de alrededor del 50% de su superficie total cultivada. Los cereales son el grupo de cultivo con mayor superficie de regadío, lo que supone un 24,39 % del total de la superficie, seguidos por olivar (22,24%), viñedo (10,37 %) y frutales no cítricos (10,24 %). En el periodo 2010-2019 la superficie cultivada de regadío se ha incrementado un 14 %, mientras que la superficie cultivada total se redujo un 1,3 %.

En cuanto a la evolución del regadío por tipos de cultivo destaca el cultivo del almendro, cuya superficie en regadío se ha casi triplicado entre 2015 y 2020 debido al auge de implantación de este cultivo en los últimos años. En el caso del olivar y viñedo se produce un crecimiento relativo más moderado, aunque es significativo debido a la gran área de cultivo que ocupan.

Sobre la desaparición de tierras agrícolas, además del noroeste de España, los peores pronósticos se concentran en el sureste semiárido (Murcia, Almería, Granada, Málaga, sur de Alicante y Albacete). También se identifica una importante situación de riesgo de abandono en la Depresión Central del Ebro que cubre parcialmente Zaragoza, Huesca, Norte de Teruel, la Rioja y Navarra. Las condiciones orográficas y climáticas, junto con la baja viabilidad y estabilidad socioeconómica, la baja densidad demográfica (de las más bajas de Europa) y la falta de infraestructuras y servicios, favorecen claramente los procesos de abandono de las tierras agrícolas.