Todo es cuestión de perspectiva en el debate económico, siempre basado en resultados. Y estos, hasta la fecha, van confirmado inexorablemente que la actividad económica, en términos de crecimiento, pierde fuelle. Aquí, en la eurozona, en Estados Unidos y en esa China donde los milmillonarios buscan acomodo en Singapur ante la nueva orientación del régimen, poco proclive a mantener las «libertades» económicas de tiempos recientes.
Sobre los resultados, se aplican los modelos de previsión y se van renovando, todas hacia la baja y en algunos casos, hacia el apocalipsis.
Sin embargo, algunas de esas previsiones evitan hablar del futuro próximo a través de las trompetas de Jericó. Y no es que nieguen que la situación empeora o que llegaremos a la célebre recesión técnica, la de los dos meses bajo cero, sino que hablan de bache, incluso hondo, pero no la gran crisis global que acecha deprededadora a dos horas menos cuarto de aquí.
Sea como fuere, que el horizonte es muy incierto es innegable. A corto plazo. A medio y largo, es ya otra cuestión. Al final, todo es cuestión de expectativas y del BOE. Y ahí, entran todas las opciones posibles. Hasta la de la mariposa que aletea en Qatar y mueve la falla de San Andrés.