Pese a los llamamientos de la comunidad internacional, Rusia sigue bombardeando las infraestructuras civiles críticas de Ucrania, particularmente las instalaciones de energía y de suministro de agua, con el objetivo de “aterrorizar a la población civil”, con “ataques indiscriminados” que constituyen “crímenes de guerra”. Es lo que denuncian de nuevo los ministros de exteriores del G7, que se han comprometido a crear un mecanismo de coordinación para ayudar al Gobierno de Volodímir Zelenski a “reparar, restaurar y defender” sus instalaciones críticas. Además, urgen a los países productores de petróleo a aumentar su producción, para reducir la volatilidad en los mercados energéticos, y confirman que la implementación del tope al precio del petróleo ruso por barco estará lista en “las próximas semanas”.

Las siete principales potencias del planeta (Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Japón) han vuelto a constatar en la localidad alemana de Munster que la escalada del Kremlin contra Ucrania no ha tocado techo, que Moscú sigue sembrando el terror por medio de misiles y drones iraníes, y que sigue utilizando una “retórica nuclear irresponsable” que es inaceptable. “Cualquier uso de armas químicas, biológicas o nucleares por parte de Rusia tendría graves consecuencias”, avisan en un comunicado en el que rechazan las “falsas afirmaciones” de Moscú de que Ucrania está preparando una “bomba sucia” radiológica. 

“Las inspecciones del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) han confirmado que estas alegaciones son infundadas”, sostienen condenando también la incautación y militarización continua por parte de Rusia de la central nuclear ucraniana de Zaporiyia. Todos ellos han vuelto a cerrar filas con la política de sanciones económicas contra Rusia y contra otros países, personas o entidades que aporten “apoyo militar” a Moscú, como es el caso de Irán y podrían haber con Bielorrusia. “Si las autoridades bielorrusas implican más directamente a Bielorrusia en la guerra de Rusia, el G7 impondrá al régimen unos costes adicionales abrumadores”, amenazan.

Irán, China y África

La reunión también ha servido para hacer balance de otros desafíos a nivel internacional. En primer lugar, la vulneración de derechos humanos en Irán y sus acciones desestabilizadoras en la región de Oriente Próximo. El G7 también condena los lanzamientos ilegales de misiles balísticos llevados a cabo por Corea del Norte este año y advierte de que “cualquier ensayo nuclear u otra acción temeraria” debe ser respondido con “una respuesta internacional rápida, unida y contundente”. 

En cuanto a la situación en China y, aunque aspiran a mantener una “cooperación constructiva” con el gigante asiático en cuestiones de interés global advierten que solo tendrán éxito si la cooperación se enmarca dentro del orden internacional basado en normas. “Recordamos a China la necesidad de defender los principios de la Carta de las Naciones Unidas sobre la resolución pacífica de controversias y de abstenerse de amenazas, coerción, intimidación o uso de la fuerza. Nos oponemos firmemente a cualquier intento unilateral de cambiar el status quo por la fuerza o la coacción”, señalan en alusión a Taiwán, el Tíbet y Hong Kong.

Respecto a África, los miembros del G7 reconocen la importancia “geopolítica y estratégica” del continente y admiten su preocupación por el deterioro de la situación en el Sahel, el Cuerno de Africa y la escalada de la violencia en el este de la República Democrática del Congo y la región de los grandes lagos. El comunicado acordado también menciona el deterioro de la situación humanitaria en Haití.