La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha confirmado este lunes que los salarios han empezado a “repuntar” en la Eurozona, aunque el aumento “sigue siendo moderado” e inferior a lo esperado, pero esperan que las subidas salariales negociadas se fortalezcan durante el resto de año y se mantengan por encima de las proyecciones “debido a las tensiones en los mercados de trabajo, los aumentos de los salarios mínimos y algunos efectos de compensación por las altas tasas de inflación”, ha explicado ante la comisión de asuntos económicos del Parlamento Europeo en la que ha confirmado la próxima subida de tipos y los preparativos del nuevo instrumento antifragmentación para controlar las primas de riesgo.

La evolución de los salarios se refleja en el aumento de las expectativas de inflación a más largo plazo, que los expertos del BCE han revisado al alza de forma significativa. Según las últimas proyecciones, la inflación se disparará este año al 6,8%, antes de caer al 3,5% en 2023 y al 2,1% en 2024 lo que significa que, al final del horizonte, seguirá todavía ligeramente por encima del objetivo. “Es totalmente legítimo que existan esas alzas (salariales) pero es muy importante y es nuestra tarea como Banco Central Europeo mantener la estabilidad de precios y la perspectiva de inflación entorno al 2% y no exponernos a un exceso que vaya mucho más allá de ese 2%”, ha explicado sobre el mandato de la entidad.

Normalización monetaria

De ahí la batería de medidas adoptada por el consejo de gobierno del BCE en su última reunión del 9 de junio, para endurecer la política monetaria tras una tasa de inflación récord del 8,1% en mayo. Esta batería incluye terminar con las compras netas de deuda a partir del 1 de julio, subir un cuarto de punto los tipos de interés en la reunión mensual de julio y previsiblemente una segunda subida todavía mayor -posiblemente de un cuarto de punto- en septiembre aunque dependerá de las perspectivas de inflación a medio plazo.  

“Si las perspectivas de inflación a medio plazo persisten o se deterioran, será apropiado un incremento mayor en nuestra reunión de septiembre”, ha anticipado. La intención de la entidad es establecer “una trayectoria gradual pero sostenida” a partir de septiembre. “En consonancia con nuestro compromiso con el objetivo del 2% a medio plazo, el ritmo de ajuste de nuestra política monetaria dependerá de los datos que se reciban y de cómo evaluemos la evolución de la inflación a medio plazo”, ha añadido.

Instrumento antifragmentación

Lagarde también ha reconocido que la pandemia ha dejado "vulnerabilidades duraderas” en la economía de la zona del euro que “están contribuyendo a la transmisión desigual” de la política monetaria entre los países de la zona euro y ha garantizado que harán todo lo posible para que haya una transmisión adecuada porque es una “precondición” necesaria para que el BCE pueda cumplir su mandato de estabilidad de precios. De ahí también las dos decisiones que adoptaron el pasado 15 de junio durante una reunión extraordinaria del consejo de gobierno tras el incremento de las primas de riesgo de países como Italia. En primer lugar, aplicar con flexibilidad el reembolso de la deuda pública que venza en la cartera del Programa de emergencia contra la pandemia (PEPP). Y, en segundo, acelerar el diseño del nuevo instrumento antifragmentación con el que evitar grandes disparidades en las primeras de riesgo.

“Se que es tentador preguntarme por los diferenciales, las horquillas, criterios, velocidades o marcos a aplicar pero no les voy a responder. Entiendo que sea una pregunta que esté en la mente de muchos pero los trabajos están en curso”, ha replicado a preguntas de los eurodiputados. “Baste decir que la fragmentación se abordará si surge ese riesgo y que se hará con los instrumentos apropiados y la flexibilidad necesaria. (El nuevo instrumento) será eficaz, proporcionado y se ajustará a nuestro mandato”, ha indicado advirtiendo de que “cualquiera que dude de nuestra determinación, estará cometiendo un gran error”.