Se ha acabado la etapa del dinero barato. El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado que subirá el precio del dinero un cuarto de punto en su reunión de julio y que volverá a incrementarlo en septiembre. Uno de los motivos es que la inflación se ha disparado. De hecho, en su revisión de previsiones, el instituto emisor asegura que "las presiones inflacionarias se han ampliado e intensificado, con un fuerte aumento de los precios de muchos bienes y servicios".

Las nuevas proyecciones de la entidad prevén una inflación anual del 6,8 % en 2022, antes de que se proyecte que disminuya al 3,5 % en 2023 y al 2,1% en 2024, más que en las proyecciones de marzo. Esto significa que se prevé que la inflación general al final del horizonte de proyección se sitúe ligeramente por encima del objetivo del consejo de gobierno. Se proyecta que la inflación, excluyendo energía y alimentos, se sitúe en una media del 3,3% en 2022, 2,8% en 2023 y 2,3% en 2024, también por encima de las proyecciones de marzo.

El camino ya está diseñado. El despegue de la inflación, que de considerarse un fenómeno coyuntural y pasajero ha pasado a ser más estructural al contagiar a toda la economía, ha cambiado el panorama. La tasa anual del índice precios de consumo (IPC) del 8,1% en mayo en la zona euro consolidó la idea de que se aproximan las subidas de los tipos de interés este verano.

La presidenta del BCEChristine Lagarde, ya adelantó en mayo que se acabarán las compras netas de deuda, lo que supondrá la antesala de la primera subida del precio del dinero, que está situado en el 0% desde hace seis años, desde abril de 2011. Y seguramente le seguirá otro incremento en septiembre, con lo que desaparecerán los tipos negativos con los que ha convivido la banca durante seis años en la zona del euro.

Ahora el debate ya no es si subir o no los tipos sino en qué. medida hacerlo. Los mercados apuntan un cuarto de punto en julio y medio punto en septiembre, pero nada es seguro.