Si hay algo que se sabe de sobra a estas alturas, es que el año que viene se va a estrechar todavía más el rendimiento financiero fiscal de los ahorros que tenga (sean muchos o pocos), salvo que elija aumentar el nivel de riesgo. A pesar del repunte «relativo» de las economías, que estarán lejos de recuperar todo lo perdido este año, se mantendrán los tipos de interés negativos y seguirán aumentando los costes.

Además, el trato fiscal del ahorro empeorará, comenzando por los planes de pensiones individuales, dadas las medidas incluidas en los presupuestos.

Por ello, la mayoría de las recomendaciones sobre el destino de los ahorros en el 2021 están en la renta variable, a través de fondos de inversión naturalmente, para obtener algo de rentabilidad.

Y sin embargo, con datos de Inverco (la asociación donde se integran las instituciones de inversión colectiva, como los fondos) asomarse a los resultados de la renta variable en sus distintas categorías este año arroja cierto vértigo.

Hasta noviembre, se acumulan las pérdidas hasta en dos dígitos, por ejemplo, en los fondos de bolsa de la eurozona. En concreto, un 15,20% en el 2020. Pero después de noviembre, indudablemente, uno de los mejores meses de los últimos años, la rentabilidad pasó a un 7,5 positiva. Y así ocurrió con el resto de fondos bursátiles, instalados a principios de diciembre cerca del 10% de media.

Dada la enorme volatilidad de este final de año, los resultados definitivos se antojan menores, especialmente para los que invierten parte de su cartera en bolsa española, pero las recomendaciones para el 2021 miran a estas categorías bursátiles.