Tocaba nueva batalla. Esta vez se llama ‘armonización fiscal’. El enemigo, el de siempre: ‘Madrit’. En lo político y lo simbólico (y en lo económico y su reflejo electoral). La capital del Estado, ‘un paraíso fiscal’, un modelo de ‘competencia desleal’ que ha bajado tradicionalmente los impuestos --e incluso ha suprimido-- apoyada en el ‘efecto capitalidad’ --allí pagan las grandes corporaciones, empresas y administraciones-- y, claro, no se puede permitir. Ah, y esto no es nuevo, que de armonización fiscal llevamos hablando mucho tiempo --al menos, en la agenda política más próxima desde 2014-- y hay que llevarla a cabo en esta legislatura.

Sí. Hay que llevar a cabo una reforma fiscal y de financiación de las comunidades autónomas. Sin duda. La equidad debe ser un principio moral. Pero, por curiosidad. ¿Como es que Madrid aportó el año pasado 4.122 millones de euros a la caja común del Estado con tres impuestos y bonificándolos, y Cataluña solo 1.542 con 18 impuestos? ¿Por qué esa diferencia si Madrid tiene una renta por hogar de 35.587 euros y Cataluña de 33.321? ¿Y por qué Madrid tiene una deuda del 15,8 por ciento de su PIB y Cataluña del 35,9? ¿Dónde va el gasto público en cada una? Ah, ¿Y de los regímenes forales, algo que decir?