La Reserva Federal ha aprobado la mayor revisión de su política monetaria desde el 2012, un cambio que está llamado a prolongar la era de los tipos de interés muy bajos con el objetivo de fomentar el empleo y estimular la economía. Los cambios anunciados ayer por su presidente, Jerome Powell, buscan flexibilizar el objetivo de inflación del 2% y adaptarse a la realidad de los últimos años, en que los precios no han llegado nunca a dispararse a pesar del pleno empleo alcanzado por Estados Unidos antes de que comenzara la pandemia.

Con los nuevos parámetros, el banco central se abstendrá de encarecer el precio del dinero de forma preventiva cuando la inflación supere el 2% para actuar solo cuando haya pruebas sostenidas en el tiempo de que el nivel de los precios ha superado los máximos deseados.

DECISIÓN UNÁNIME

La situación de pleno empleo tampoco será, a partir de ahora, un indicador para subir los tipos de interés en EEUU.

La revisión adoptada por unanimidad por los 17 banqueros al frente del órgano de decisión de la Fed llevaba cocinándose desde el año pasado, pero ha acabado adoptándose en un momento crítico para la economía, sumida en una profunda recesión por el parón forzoso que generó en el segundo trimestre del año la epidemia de coronavirus. Las bolsas estadounidenses acogieron con subidas el giro estratégico de la política monetaria.

En la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE) trabaja en la misma dirección, con el objetivo de dotar de mayor flexibilidad al objetivo de inflación del 2% y dar cabida a periodos por encima de esta tasa sin tener que endurecer necesariamente la política monetaria.

REUNIÓN VIRTUAL DE JACKSON HOLE

Los riesgos a la baja para el empleo y la inflación se han incrementado, afirmó Powell durante su intervención en el Simposio de Jackson Hole, la reunión que cada verano celebran los banqueros centrales de todo el mundo en las montañas de Wyoming y que este año se ha celebrado por primera vez de forma íntegramente virtual.

Entre abril y junio la primera economía mundial se contrajo un 31,7% en su tasa anualizada, según comunicó ayer el Departamento de Comercio, un punto menos de lo que había estimado a finales del mes pasado.

Aun así, es el mayor descalabro desde que comenzaran los registros estadísticos en 1947. Hasta ahora el peor trimestre databa de 1958, cuando el producto interior bruto (PIB) de EE UU perdió un 10%. También la recuperación del empleo parece haberse ralentizado tras los dos últimos meses de repunte significativo. Un millón de estadounidenses se apuntaron la semana pasada a las listas del paro, situado actualmente por encima del 10%, con casi 15 millones de trabajadores en el dique seco.

Y, entre tanto, el nuevo programa de estímulo fiscal debatido en el Congreso sigue parado por las diferencias entre demócratas y republicanos. Ambos quieren una nueva inyección de ayudas para los trabajadores y las empresas, pero no se ponen de acuerdo en los términos y por el momento todo está parado por el receso estival en el Capitolio.

La nueva política de la Fed para tolerar mayores niveles de inflación de los aceptados hasta ahora sugiere que los tipos de interés se mantendrán cercanos al cero durante mucho tiempo, un respiro para los hogares y las empresas, que verán cómo sus préstamos o hipotecas se mantienen en niveles históricamente bajos. Pero también significa que el banco central no tendrá mucho más margen para reaccionar si el panorama sigue empeorando. Tendrá que ser la política fiscal la que acuda al rescate.

EL EMPLEO, POR DELANTE

Powell explicó que en gran medida la Fed pretende adaptarse a la nueva realidad de la economía mundial, marcada por el bajo crecimiento, la baja productividad y la baja inflación. La economía evoluciona constantemente, afirmó el presidente del banco central. Nuestra política revisada refleja nuestro aprecio por los beneficios de un mercado laboral fuerte, particularmente entre las comunidades con ingresos bajos o moderados y la idea de que se puede sostener un mercado laboral robusto sin que provoque aumentos indeseados de la inflación.

Hasta que comenzara la pandemia, el empleo en EE UU atravesaba por su mejor momento del último medio siglo. La tasa de paro entre los latinos y los afroamericanos había caído a mínimos históricos y todo ello sin que la inflación se disparara por encima del 2%, el baremo marcado para sostener un crecimiento saludable. Más bien al contrario. La persistente inflación por debajo del 2% ambicionado a largo plazo es un motivo de preocupación, reconoció el presidente de la Reserva Federal en su intervención.