Durante casi dos décadas, prácticamente alérgico a la regulación del mundo digital, el Congreso de Estados Unidos se ha mantenido en los márgenes mientras Amazon, Apple, Google (Alphabet) y Facebook ampliaban su tamaño y su poder. Finalmente, conforme otras ramas del gobierno intensifican una presión también creciente a nivel mundial sobre cuatro de los cinco gigantes de Silicon Valley, el Congreso ha pisado el acelerador en su escrutinio del 'Big Tech' y de su potencial monopolístico, algo que Washington antes solo hizo con el quinto, Microsoft. Y este miércoles el subcomité antimonopolio de la Cámara Baja ha logrado sentar en su particular banquillo, por conexiones virtuales por la pandemia de coronavirus, a Sundar Pichai, Tim Cook, Mark Zuckerberg y, por primera vez, Jeff Bezos.

La idea dominante, o al menos la de los demócratas que controlan la Cámara y con ello sus comités, es que las cuatro empresas simplemente tienen demasiado poder. Así lo ha verbalizado David Cicilline, que preside el subcomité. Nuestros fundadores no se arrodillaron ante un rey ni nosotros debemos arrodillarnos ante los emperadores de la economía digital", ha dicho el demócrata, que ha alertado de los riesgos de un gobierno privado para la economía y la democracia y que ha asegurado que, pese a las particularidades de cada empresa, comparten un patrón de dominio, control y abuso de la infraestructura digital que está no solo dañando la competición, la creatividad y la innovación sino matando a los pequeños negocios.

EL "ESPÍRITU AMERICANO"

Antes de que Cicilline lanzara la primera pregunta brutal a Pichai, (¿por qué Google roba contenido de negocios honestos?) los cuatro consejeros delegados han tenido oportunidad de ofrecer sus declaraciones iniciales. Y en ellas se ha podido oír un mensaje común: que sus compañías (con una valoración de mercado que ronda los cinco billones de dólares) representan el espíritu estadounidense de innovación y no la supresión de emprendedores e innovadores más pequeños que se les atribuye, que su dominio no es absoluto y que siguen enfrentando competición que les obliga a seguir mejorando.

Tanto Bezos como Zuckerberg han defendido concretamente su tamaño. Igual que el mundo necesita empresas pequeñas necesita las grandes, ha dicho Bezos, el hombre más rico del planeta. Las compañías no son malas solo porque son grandes, ha afirmado por su parte el fundador de Facebook.

Para Washington, no obstante, no todo está tan claro. Los 15 miembros del panel especializado en monopolio dentro del Comité Judicial llevan 13 meses investigando. Han realizado ya cinco vistas previas, han recopilado 1.3 millones de documentos y cientos de horas de entrevistas. Y sus pesquisas acabarán plasmadas en un informe que podría abrir la puerta a una nueva era de regulación, un momento que se desarrolla en paralelo a investigaciones ya emprendidas, y en algunos casos muy avanzadas, del Departamento de Justicia, de la Comisión Federal de Comunicaciones y de fiscalías estatales.

Cada una de las empresas está en el punto de mira por cuestiones particulares. En el caso de Amazon, por ejemplo, es fundamental la supuesta explotación de los datos de quienes comercian en su mercado digital para desarrollar sus propios productos. En el de Alphabet se cuestiona el dominio absoluto de Google en búsquedas, publicidad digital y prácticamente todo lo vinculado a la infraestructura de internet, asuntos que ya le han costado por ahora 9.000 millones de dólares en multas de la Unión Europea y de otros reguladores. Apple está en el ojo del huracán por las políticas de su tienda de aplicaciones y el crecimiento de Facebook con adquisiciones de más de 80 compañías, incluyendo Instagram o WhatsApp, alimenta suspicacias, como lo hacen, entre otras cosas, la privacidad de los datos de sus usuarios.