La presentación por parte de la Comisión Europea del nuevo marco financiero plurianual para el periodo 2021-2027 (MFF), incluido el esperado Fondo para la recuperación con el que responder al impacto provocado por el coronavirus en las economías europeas, dará este miércoles el pistoletazo de salida a una negociación presupuestaria que se augura compleja ante las visiones opuestas de los países del norte y el sur sobre cómo financiar la recuperación: préstamos o subvenciones. No tenemos muchos tiros en la récamara. Hay que apuntar bien porque si fallas es muy difícil llegar a tiempo para que sea una propuesta útil, avisan fuentes diplomáticas sobre lo ajustado del calendario ante la que es la gran prueba de fuego de la presidenta Úrsula von der Leyen.

¿CUÁL SERÁ EL VOLUMEN DEL NUEVO FONDO?

El montante en el que trabaja la Comisión Europea, según indicó la semana pasada el vicepresidente, Valdis Dombrovkis, es una cifra superior al billón de euros que podría desembolsarse durante los primeros años del nuevo ciclo presupuestario. El Parlamento Europeo ha reclamado un plan de recuperación de 2 billones de euros, financiado a partir de las emisión de bonos europeos a largo plazo. España e Italia aspiran a un instrumento de al menos 1,5 billones de euros basado en transferencias a fondo perdido, mientras que París y Berlín han propuesto la semana pasada un fondo con 500.000 millones y transferencias presupuestarias a partir de la emisión de deuda común.

¿EN FORMA DE PRÉSTAMOS O SUBVENCIONES?

Es uno de los elementos que más discordia han generado en las últimas semanas: qué porcentaje irá en forma de préstamos y como subvenciones. Varios comisarios han avanzado la idea de que será una combinación de préstamos y ayudas, aunque, según la agencia austríaca de noticias, quien cita al embajador de la Comisión en Austria, Martin Selmayr, la intención es proponer mayormente en subsidios, tal y como ha reclamado el Parlamento Europeo y apoyan Francia y Alemania. Se trata de una idea que choca frontalmente, sin embargo, con la postura de los llamados países frugales -Austria, Dinamarca, Suecia y Países Bajos- que insisten en que el plan de recuperación debe basarse en préstamos y no debe conducir a una mutualización de la deuda o un aumento significativo del presupuesto de la UE.

¿PARA QUÉ SERVIRÁ?

La intención de Bruselas es concentrar la iniciativa entorno a varios ejes. El primero: una facilidad de resiliencia y reconstrucción para apoyar a los países más golpeados por la pandemia y que podría concentrar entorno al 80% del fondo, según apuntó la semana pasada Dombrovskis. Los países que requieran ayuda tendrán que presentar planes nacionales con sus prioridades sectoriales y comprometerse a adoptar reformas para modernizar las respectivas economías teniendo en cuenta los objetivos del pacto verde y la digitalización. Además, se destinarán medios adicionales a la política de cohesión para apoyar el empleo, especialmente de los jóvenes. El segundo gran pilar tendrá como objetivo apoyar al sector privado frente a la parálisis de los últimos meses a través de dos instrumentos de inversión que canalizarán entre el 10 y 15% del futuro fondo. El objetivo del primero será reforzar el plan InvestEU, para apoyar a empresas que sean solventes, mientras que el segundo irá dirigido a ayudar a industrias consideradas estratégicas como la farmacéutica. El restante 5% tendrá como objetivo mejorar las capacidades frente a nuevas crisis como el coronavirus con un nuevo programa de sanidad o el almacenamiento de material médico a través del programa RescEU.

¿CÓMO SE FINANCIARÁ?

El nuevo fondo se integrará en el nuevo marco presupuestario de la UE cuya propuesta también presenta este miércoles la Comisión Europea y que establece cuánto dinero podrá gastar o comprometerse a gastar la UE durante los próximos siete años. Su plan inicial abogaba por un presupuesto del 1,114% de la Renta Nacional Bruta, por debajo del 1,3% que pidió la Eurocámara y por encima del compromiso del 1,07% planteado en febrero pasado por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una negociación que terminó en fracaso. Para lograr los recursos adicionales con los que financiar la recuperación, la idea de la Comisión es aumentar temporalmente el techo de los recursos propios -del 1,2% al 2% de la RNB- para obtener el margen necesario con el que acudir a los mercados de capitales en busca de financiación en condiciones favorables, una vía que requerirá la ratificación de los parlamentos nacionales.